Entrevista a la activista saharaui Sultana Khaya: "Quieren acabar con mi vida, asesinarme"
Khaya está en arresto domiciliario y recibe un acoso constante y continuado por partes de las autoridades marroquíes.
Sultana Khaya es una activista saharaui que ha dedicado su vida a luchar por lo que ella considera una causa justa. Ha ejercido un activismo firme, pero siempre pacífico. Sin embargo, el precio que ha tenido que pagar por defender su causa ha sido demasiado alto: el día que CatalunyaPress pudo entrevistarla, el 30 de marzo, llevaba 134 días encerrada.
Sultana Khaya
Khaya está en arresto domiciliario y recibe un acoso constante y continuado por partes de las autoridades marroquíes. Mientras realiza la entrevista, está rodeada de policías vestidos de paisano a ambos lados de la calle. A su lado, está su hermana tirada en el suelo: fue agredida la noche anterior por fuerzas parapoliciales y Sultana cree que tiene un derrame cerebral. Sin embargo, ni ella ni su familia puede abandonar el domicilio para recibir atención médica. Esta entrevista es el relato de una mujer que, por expresarse políticamente, ha sido y sigue siendo duramente reprimida, y que alza la voz para no acabar formando parte "de la fila de los hombres y mujeres que hoy en día son mártires".
¿Cuál es tu situación y la de los saharauis que viven en territorios ocupados?
Todos los saharauis que vivimos en los territorios ocupados tenemos nuestra integridad física y nuestra vida bajo riesgo. Aunque es verdad que las autoridades están centrando sus ataques en mí. Llevo más de 134 días bajo amenazas continuas y bajo arresto domiciliario. Yo regresé de España el día 18 de noviembre, cinco días después del comienzo de la guerra en el Sáhara Occidental, y desde entonces he sido víctima de continuas agresiones. También mi madre, con 84 años, y mi hermana. Yo he sufrido y sigo sufriendo constantemente. En los últimos días han intensificado las acciones y creo que quieren acabar con mi vida, asesinarme.
Algunos días, por la noche, apagan las luces de la calle, entran en casa y agreden físicamente a quien esté dentro
En cada agresión he perdido bastante sangre y no he tenido acceso a atención hospitalaria. Durante todo este tiempo nos han forzado a un confinamiento permanente en nuestra vivienda. Algunos días, por la noche, apagan las luces de la calle, entran en casa y agreden físicamente a quien esté dentro. Nos tienen prohibido totalmente recibir visitas. Toda la familia que ha intentado visitarnos para ver y conocer nuestra situación desde cerca ha tenido problemas.
Siguen utilizando todo tipo de métodos para humillarnos, para vengarse de nuestro posicionamiento político. Desde que volví al Sáhara he tenido la presencia constantemente de policía haciendo guardia en la puerta de mi casa. Al final he decidido dormir todas las noches fuera de la casa, en la acera, con el fin de que estos verdugos sean juzgados, porque están violando constantemente mis derechos como ser humano.
Estabas en España, segura, y decidiste volver cuando se inició el conflicto armado. ¿Por qué lo hiciste?
Cuando ocurrió la violación del alto el fuego por parte de Marruecos el día 13 de noviembre es cierto que yo estaba en España. Sin embargo, dada la situación, mi deseo era estar en los territorios ocupados. A partir del día 13 decidí que debería volver y estar en la lucha junto a mi pueblo. De hecho, estuve cinco días pendiente de coger un vuelo y creo que fueron las jornadas más largas de mi vida. Una vez que me incorporé y llegué a los territorios ocupados, comencé esta batalla pacífica para salvaguardar la integridad física de las mujeres y los hombres que viven en territorios ocupados.
Mi lucha es una lucha pacífica que no sólo la llevo yo a nivel individual, sino toda la población saharaui que está aquí, pues compartimos el mismo principio: Marruecos no puede seguir invadiendo este territorio, no puede seguir violando las resoluciones internacionales y no puede seguir omitiendo el derecho internacional. Por tanto, seguiremos hasta que se independice el Sáhara Occidental o pasemos a formar parte de la fila de los hombres y mujeres que hoy en día son mártires.
¿Estás en peligro por dar esta entrevista? Hace unas semanas fuiste agredida al atender a un medio argelino...
El comisario que tengo en la puerta de mi casa me lanzó una piedra que afortunadamente no llegó a arañar el ojo mientras hacía la entrevista, pero si me produjo una fractura en el hueso del ojo. También agredieron a mi hermana, que perdió parte de su dentadura inferior. El 14 de febrero, un día después de esta agresión, intentaron visitarnos muchas familias saharauis y jóvenes, pero fueron rodeados en la puerta de casa por policías marroquíes que les agredieron continuamente. Y yo me vi obligada a salir y a sentarme con esa gente que estaba recibiendo porrazos en todas las partes del cuerpo.
Sultana Khaya despues de recibir una paliza por parte de la policía marroquí
¿Te intentan aislar infringiendo miedo en quien se te acerque?
Claro. Y no solo se conformaron con agredir físicamente. Los jóvenes saharauis que vinieron con la intención de visitar a la familia, aquellos que tenían algún trabajo, sobre todo en trabajos de marineros en alta mar, fueron despedidos.
[Sultana interrumpe la entrevista para enfocar con la cámara a un camión]
¿Ves ese camión que se ha echado para atrás? Es una grúa que los marroquíes llevan semanas utilizando. El vehículo tiene un cable que termina como si fuese un anzuelo, y suelen tirarlo dentro de nuestro domicilio. Llegan un grupo de personas vestidos de civil y son los que realizan este tipo de acciones, de agresiones. Están especializados en todo tipo de métodos de torturas.
Hace unos días izamos la bandera saharaui en casa y trajeron esa grúa para quitarla como si estuvieran pescando. Al final el anzuelo de la grúa entró en el domicilio y casi se me clava en la cara. La bandera fue la excusa perfecta, pero el objetivo real era clavarme el anzuelo a mí.
Con esta situación parece normal que os sintáis más seguras viviendo en la calle...
Tanto mi madre como mi hermana como yo hemos decidido prácticamente estar en la calle todo el día como protesta continua. Y queremos que todo lo que nos pueda pasar sea a ojos públicos y que al menos si nos matan, que los saharauis civiles que viven en el territorio puedan ser testigos de estos asesinatos. Por otra parte, tampoco podemos dormir en casa porque por la noche apagan las luces, cortan el agua y nos introducen un líquido con un olor insoportable, además de dificultar la respiración. También probamos dormir en la azotea, pero seguían haciendo lo mismo, tirando botellas hacia arriba, y al final hemos decidido quedarnos a vivir en esta calle. En la puerta de casa, que es el único sitio donde podemos estar.
Podrán pegarme hasta que me maten, pero yo seguiré fiel a mis principios
Y con tanta presión, ¿no dan ganas de claudicar?
Mi madre cobraba una pequeña pensión y se la han suprimido. A un hermano también y se creen que pueden estrangular a través del estómago y las agresiones, pero están totalmente equivocados. Y yo he dejado claro que mi casa, mi vivienda, es la sede de la República Árabe Saharaui Democrática cada día, y se lo digo a ellos públicamente. Cada vez que lo hago recibo una paliza y podrán pegarme hasta que me maten, pero yo seguiré fiel a mis principios y a mi lucha pacífica para conseguir la libertad, no sólo la mía, que es lo de menos, sino la de toda la población saharaui que reside bajo la ocupación marroquí.
Entiendo que no serás la única que se encuentre en esta situación...
Lo que estás viendo es el reflejo de la situación que sufren todas las mujeres árabes que llevan el traje típico tradicional saharaui. Para la policía marroquí todas son peligrosas, porque luchan por la libertad de su pueblo. Aquí las autoridades, más que funcionar como un gobierno, lo hacen como una mafia. Cada minuto que sigo con vida es porque Dios quiere que siga viviendo. Pero estoy totalmente mentalizada que en cualquier momento puedo morir, porque estos señores no van a parar hasta acabar conmigo.
Estremece que expreses con tanta vehemencia que vas a ser asesinada...
Lo harán porque se creen que esto les va a garantizar estabilidad y tranquilidad en la ciudad o en el territorio, pero están muy equivocados. Yo me puedo morir, pero habrá 20.000 Sultanas más que seguirán luchando por la libertad. Nuestra lucha, como dije, es una lucha pacífica. Lo único que reivindicamos es que podamos vivir dignamente y estar en la situación en la que están todos los pueblos del mundo, en un contexto de libertad, en un contexto de democracia, en un contexto de respeto a los derechos humanos y un respeto de la libre expresión.
¿Cómo es ser mujer en la lucha saharaui?
En primer lugar, tengo que decir que en este tipo de agresiones recibo constantemente la solidaridad de todas las mujeres en el mundo, sobre todo aquellas mujeres que han vivido en carne propia la represión. Y por tanto, quiero enviar mi agradecimiento a todas esas mujeres que tienen ese compromiso con la humanidad. Por otra parte, decir que como saharaui, como mujer saharaui, solo soy una más de las que ha luchado desde los comienzos de la invasión al territorio en el año 75. Muchas mujeres saharauis se han dejado su vida en el camino para llegar al objetivo final, que es la libertad de nuestro territorio. Como mujer tengo mis convicciones de que, como todas las mujeres, tenemos ese compromiso y esos principios de luchar por este deber de patria. ¿Y cómo? Defendiendo los derechos humanos. Mi lucha es una lucha basada en el principio que todos los seres humanos tenemos el derecho de ser libres: tenemos el derecho de expresarnos, tenemos el derecho de vivir en nuestra tierra, de ejercer nuestra soberanía sobre ese territorio...
Mientras esté viva, solo podré tranquilizarme si me voy a la otra vida sabiendo que he muerto en aras de esta lucha, en aras de esta patria, en aras de este pueblo. Entonces sé que podría morir tranquilamente. Para mí es mejor que morir por otras razones, como por consecuencia de una patología. Sólo le ruego a Dios que cuando me toque ir, que sea en plena batalla.
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