¿Pagarán sus impuestos los nuevos señores feudales tecnológicos?

Luís Moreno

Sin recaudar impuestos evitando la evasión fiscal es difícil gobernar y atender a las demandas sociales. En paralelo a semejante axioma de política pública, se constata la proverbial aversión de los plutocracia a pagar impuestos. La avidez es el fundamento moral del capitalismo Anglo-Norteamericano imperante.


Resulta que cuando las economías de los países sufrían inmisericordes los efectos de la crisis del Covid-19, las compañías de los Nuevos Señores Feudales Tecnológicos (NSFT), es decir las corporaciones de los ávidos jefes de Amazon (Jeff Bezos), Apple (Tim Cook), Google (Sundar Pichai) y Facebook (Mark Zuckerberg) se anotaban en un solo día (28 de Julio de 2020, día de su audiencia parlamentaria en el Capitolio estadounidense de Washington DC) unas plusvalías latentes de más de 16.000 millones de euros. Equivale dicha cantidad a más de seis veces el coste anual del aprobado --y penosamente implementado-- programa del ingreso mínimo vital en España.


Las dos últimas crisis económicas mundiales, tras la cuasi-licuación financiera de 2007-08 y la inacabada pandemia del Covid-19, han resultado en “paraísos ganados” por la clase capitalista. Cualesquiera sean las bases de datos utilizados, se constata que los ricos se hacen cada vez más ricos como establece el llamado “efecto Mateo” empleado en las discusiones académicas y recogido en el Nuevo Testamento. Así, “... a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado” (13:12). En sus prácticas corporativas, evitan los NSFT el pago de diezmos y tasas, o tratan de reducirlos a su mínima expresión ejerciendo su poder de “persuasión” a políticos y representantes institucionales, y puenteando el “soberano” poder de los Estados.


Los adalides neoliberales del mercado irrestricto consideran anatema que se limiten fiscalmente las iniciativas neofeudales que tantas ganancias les ha reportado en los últimos lustros. Callan, sin embargo, esos señores globales que han vuelto a sus cuarteles de invierno estadounidenses para pagar sus impuestos allí, aprovechándose de las rebajas impositivas aprobadas por el presidente Trump en 2017. Todo ello debería haber revertido --se arguye-- en nuevas inversiones y en prosperidad para el conjunto social. Sin embargo, la conocida como ‘economía de goteo’ o ‘efecto derrame’ (trickle down economics) en los tiempos de las presidencias de Reagan y Bush, padre e hijo, en realidad desencadenó un aumento de la desigualdad y del déficit fiscal, provocando a su vez inflación, estancamiento y un menor aumento de rentas para todos, especialmente para los working poor (trabajadores que con su estipendio no superan el umbral de la pobreza). No fue ese el caso del 1% de los superricos.


La reforma fiscal auspiciada por Trump permitió expandir el déficit público en 1,5 billones (millones de millones) de dólares hasta 2028. El programa incluía recortes de impuestos para los contribuyentes más pudientes, así como reducciones tributarias permanentes para las corporaciones. Ello se tradujo en unas disminuciones en el tipo del impuesto de sociedades del 35% al 20%, así como en una reducción del tope para las rentas más altas (del 40% al 35%).


Hace unos meses, la Unión Europea trató de aplicar infructuosamente la tasa Google, lo que se quedó en un gatillazo fiscal. La Secretaría del Tesoro norteamericana ya había hecho saber mediante misivas dirigidas a países como España, Francia o Italia, que la aplicación de la tasa Google conllevaría represalias por parte de la administración estadounidense. EE UU llegó a retirarse de las negociaciones impulsadas por la OCDE y destinadas a lograr una posición común sobre el establecimiento de un impuesto mundial al respecto.


El president dels Estats Units, Joe Biden, durant el seu discurs després de 100 dies de govern.

@EP


Ahora, y por propia iniciativa del presidente Biden que quiere elevar en EEUU el impuesto de sociedades entre un 25 y 28 %, se propone también una “coordinación” mundial para reducir la volatilidad rapaz de los capitales peregrinos implementando una tipo mínimo de impuesto de sociedades del 15% en todo el mundo. La UE debería apoyar tal propuesta por morigerada que sea.


En paralelo, la presidencia del Consejo de la UE y el Parlamento Europeo concuerdan en la promulgación de una directiva para que las multinacionales que operan en el mercado comunitario publiquen los datos de su actividad corporativa. La norma podría aplicarse a las empresas  con más de 750 millones de euros anuales de facturación. Ello facilitaría la provisión de mayores recursos fiscales para atender al sostenimiento de nuestro asediado Modelo Social Europeo y, en particular, de su institución más emblemática, el Estado del Bienestar.


Más allá de cualquier otra consideración puntual, resta por constatar si los NSFT (Amazon Apple, Google, Microsoft, principalmente) aceptarán pagar --aún muy parcialmente-- sus diezmos a las haciendas de los países donde generan y acopian sus pingües beneficios, como es el caso del Viejo Continente. O impondrán su voluntad feudal volviendo a las prácticas medievales del “ordeno y mando” en nuestras democracias robotizadas. Como siempre, habrá que verlo para creerlo….

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