A raíz de mi anterior artículo sobre los servicios de Medicina Intensiva ("Intubados"), he recibido un buen número de peticiones de lectores que me piden que explique más sobre el mundo de las UCIs. Soy consciente de que mi visión de estos servicios no puede inhibirse del sesgo de haber sido intensivista y haber trabajado 30 años en estos servicios. Por esta razón, me ha parecido más interesante ofrecer otra visión más neutra, más enriquecedora y probablemente más lúcida de estos dispositivos sanitarios de los que todo el mundo habla.
En este sentido existe un documento excepcional, poco divulgado, que presenta mucho mejor la realidad de las UCIs desde la perspectiva del público en general. Se trata de una monografía que puede bajarse gratuitamente en Internet, una tesis doctoral titulada "El mundo de las Unidades de Cuidados intensivos. La última frontera ".
La autora es una Antropóloga de la Medicina, la doctora Ángela Pallarès, que después de ejercitar la Antropología teórica llegó a la conclusión de que lo que hay que hacer es lanzarse a la aventura y pasar casi dos años de trabajo de campo viviendo en la UCI del Milagro (nombre imaginario para respetar la confidencialidad) para estudiar los "indígenas" de los Servicios de Medicina Intensiva (médicos, enfermeras, auxiliares, pacientes y familiares). Lo hizo animada por su experiencia previa en estos servicios y con la misma perspectiva y metodología que se utilizaría para estudiar una etnia o una tribu africana. El relato etnográfico es muy interesante, realista y respetuoso, sin intentar interferir ni adoctrinar. Un texto para todos los públicos basado en los testimonios de los indígenas y las reflexiones de la autora no exentas de crítica constructiva.
La doctora Pallarés es una pionera de la Antropología de la Medicina que hace lo mismo que hizo Nigel Barley (El antropólogo inocente) con la Antropología Cultural o Gerald Durrell con la Zoología: utilizar el método etnográfico para estudiar los habitantes permanentes o temporales de estas aldeas tan peculiares y desconocidas como son las UCIs.
Aunque las UCIs son cada vez más protagonistas de los medios de comunicación, la mayoría de los ciudadanos sólo tiene un conocimiento genérico de este servicios, conocen pero no comprenden los diferentes significados que rodean el mundo de las UCIs. Para el imaginario colectivo siguen siendo unos entornos crípticos y herméticos.
El relato se inicia con las dificultades de la autora para obtener los permisos para llevar a cabo la investigación. Adentrarse en el "Sancta Santorum" del hospital requirió delicadas negociaciones con el jefe de servicio y la supervisora, además de la autorización del protocolo de investigación por parte del Comité de Bioética del centro. Nunca se había hecho antes y esto representaba un obstáculo difícil de superar. Esto se produjo de forma totalmente satisfactoria a través de un dictamen escrito que daba absoluta libertad a la investigadora para acceder a la UCI.
Una vez obtenidos los permisos, después de los contactos previos y la adaptación a un medio exótico y percibido como potencialmente hostil, la inmersión fue facilitada por la preparación previa. Lentamente, durante tres meses, los "especialistas" asimilaron la presencia "extraña" de la investigadora hasta que casi les resultó invisible (este momento significó el aprobado). Cuando la investigadora fue capaz de hablar en su "idioma", aunque con acento extranjero, se dieron por finalizado sus ritos de iniciación.
Esta estrategia la llevó a cabo teniendo siempre presente que la participación del etnógrafo se define más por una manera de estar que por sus efectos reales sobre el grupo. Esta manera de estar implica una atención constante y extrañada, pero también implica una actitud de búsqueda de la validez mediante la confianza recíproca.
Una vez realizada y asumida la inmersión en la unidad, conocidas las rutinas, el lenguaje y los códigos básicos que posibilitaron un cierto grado de autonomía, inició la nueva tarea: contactar personalmente con los actores de la unidad susceptibles de ofrecer información.
Cuando su presencia era considerada rutinaria, inició la observación participante intentando evitar sus propios prejuicios y los de los protagonistas en un equilibrio delicado que se mantiene durante toda la monografía.
A través del relato de los médicos, la autora nos retrata una especialidad holística y transversal con profesionales muy bien formados que dominan todas las necesidades del paciente crítico. De hecho, el decreto oficial de la especialidad y requisitos (RD 127/84) ya establecía que el intensivista debe poseer nociones de Bioingeniería, conociendo los fundamentos físicos de los respiradores mecánicos, aproximarse a la tecnología de los transductores y otros elementos de monitorización electrónica, estar familiarizado con la tecnología de los microprocesadores y conocer el manejo de los gases industriales. También el tener el dominio de determinadas técnicas y habilidades como: inserción de vías aéreas artificiales y manejo de respiradores, vías venosas centrales y cateterismo cardiaco, ecografía, procedimientos de depuración extrarrenal, técnicas de reanimación cardiopulmonar y soporte circulatorio y drenaje de cavidades. Estos especialistas tan bien formados científica y tecnológicamente están cada vez más interesados en humanizar sus prácticas incluyendo preceptos bioéticos en beneficio de los pacientes y familiares. Son nuevos valores que promueven el análisis ético de las decisiones, actividad tan importante como el realizar el diagnóstico sobre cualquier patología determinada, establecer su pronóstico o diseñar su plan de tratamiento. La visión integral del paciente y la capacidad del intensivista de actuar de forma horizontal sobre el proceso no sólo caracteriza su perfil profesional, sino que constituye uno de sus estímulos más positivos.
Las enfermeras son un grupo profesional primordial por el rol que ejercen: sustentan todas las infraestructuras de la UCI, desarrollan la mayoría de cargas de trabajo durante las 24 horas del día, en turnos de mañana, tarde y noche (generalmente fijos los dos primeros y rotatorio el nocturno). El lugar que ocupa la enfermería en estos servicios es esencial. Son las encargadas y responsables del funcionamiento de la unidad e interactúan constantemente con los enfermos. Son estas profesionales las que están más cercanas a ellos y sus familias por lo que conocen mejor sus necesidades, dificultades o miedos y actúan en muchas ocasiones como mediadoras entre los médicos y las familias. En definitiva, la importancia de su papel radica tanto en las características particulares de su propio trabajo como en su interacción continua con pacientes y familiares.
Familias y enfermos comparten la percepción de la UCI como un ambiente extraño, estar rodeados de olores y sonidos diferentes a los habituales y de encontrarse rodeados por médicos y enfermeras, siempre con aires de urgencia. Esto motiva que algunos de estos actores vean aún la UCI con ansiedad, siguiendo con la antigua creencia de que estas unidades son un lugar donde se va a morir. Nada más alejado de la realidad, dado que en estos servicios sólo ingresan pacientes potencialmente recuperables de los cuales tres cuartas partes sobreviven con buena calidad de vida. Afortunadamente, la visión fatalista de las UCIs está dejando paso a la creencia de que estos servicios son la mejor oportunidad para los pacientes.
La monografía finaliza con las conclusiones de las que destacamos dos:
La primera es que existe una "cultura específica de las UCIs", entendiendo como cultura el sistema de conocimientos que proporciona un modelo de realidad que da sentido al comportamiento y que ha sido adquirido a lo largo de la comunidad a la que identifica, siendo transmitida por medio de objetos materiales y formales.
La segunda es la esperanza en un futuro en que la humanización que están experimentando facilite aún más la participación plena de los verdaderos actores de estas unidades: pacientes y familiares.
Esto generará cambios en la vida de las UCIs con las que todos, ciudadanos, pacientes, familiares y profesionales, saldremos ganando.
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