La campaña electoral para las generales vive los últimos días y los andorranos mayores de edad y con todos los derechos (aproximadamente la tercera parte de la población) votaremos el domingo para elegir el nuevo Consejo General (parlamento) del que se derivará el gobierno que, según todos los pronósticos, volverá a ser el de la coalición «Demócratas de Andorra (DA) presidido por Antoni Martí.
La campaña electoral para las generales vive los últimos días y los andorranos mayores de edad y con todos los derechos (aproximadamente la tercera parte de la población) votaremos domingo para elegir el nuevo Consejo General (parlamento) del que se derivará el gobierno que, según todos los pronósticos, volverá a ser el de la coalición «Demócratas de Andorra (DA) presidido por Antoni Martí.
A contracorriente de las tendencias del entorno, y especialmente de las manifestadas en España (incluida Cataluña) el mapa cambiará, pero no será por la entrada de movimientos populares -o populistas-. Ni Podemos, que en la convocatoria del círculo fundacional reunió a seis personas, ni la autóctona plataforma AD 800 (nombre con referencia a los códigos postales que son entre la AD 100 AD 700) han conseguido o decidido formar listas. Tampoco algunos independientes que acostumbraban a probar suerte, sin suerte.
En realidad comparecen las mismas fuerzas de la legislatura anterior, y con una inmensa mayoría de candidatos repetidos, pero cada partida en dos. Los liberales, nombre auto otorgado por los más conservadores, han marchado de DA al considerar el gabinete de Martín demasiado «izquierdista». Y los socialdemócratas, tras la debacle a la salida de su único periodo del gobierno -sin mayoría absoluta por un solo consejero- se sublevaron en buena parte contra el líder histórico, Jaume Bartumeu, que ya no repite y en un lugar testimonial de la candidatura.
Las siglas PS, de Partido Socialdemócrata se las han quedado los que permanecen de los opositores que lidera Pedro López, porque algunos antiguos miembros destacados, como el ministro de Finanzas en funciones, Jordi Cinca, o Rosa Ferrer, el ex cónsul mayor (primera autoridad local) de Andorra la Vella -dimitida unos meses antes del fin del mandato comunal para presentará en ella- se han integrado en DA. Los fieles a la línea Bartumeu han adoptado el nombre de Socialdemócratas progresistas -SDP-. O sea que nos encontramos con cuatro posiciones entre el centro-izquierda y la derecha más apegada al pasado.
Entre otras cuestiones de futuro que tienen que dirimir está el sistema fiscal y el encaje con la Unión Europea mediante un tratado de asociación que se está negociando, con la intención de mantener las «especificidades» nacionales, sobre todo en materia de libre circulación de personas -manteniendo la restringida, fuera de Schengen- y la fiscalidad singular, no ya por la falta de figuras impositivas, que ya están vigentes casi todas las habituales en el entorno geopolítico, como los tipos impositivos, al nivel de Luxemburgo o Irlanda, incluso por debajo, si se puede.
Los liberales se han declarado en contra del IRPF y, puestos a defender la soberanía, plantean para garantizarla la construcción de un aeropuerto en el interior del país, dejando de lado lo que se acaba de reabrir parcialmente la Seu d'Urgell. DA promete continuidad casi absoluta y, junto con los dos grupos socialdemócratas, promete la celebración de un referéndum antes de firmar el acuerdo con Europa.
Las dos opciones de izquierdas mantienen la voluntad declarada de despenalizar el aborto, como reclama parte de la sociedad y casi todas las mujeres, aunque esto debería significar automáticamente un cambio radical de sistema y de Constitución, porque implicaría la renuncia del obispo de la Seu a continuar como jefe de Estado.
En una visita al Vaticano de Martín y su séquito, el Francisco ya dejó claro, aunque en lenguaje bien diplomático, que esta es una «línea roja» absoluta, a diferencia del reconocimiento de las parejas homosexuales, que prefería que llamaran «uniones civiles», como así figura con la nueva ley específica aprobada hacia el final de la legislatura.
El SDP todavía añade una propuesta más difícil, que también supondría cambios profundos al sistema: que los comicios generales sólo concurran listas de ámbito nacional. Hasta ahora, por tradición e imposición de los comunes -entes parroquiales, locales- en el proceso constituyente, los 28 miembros del legislativo se eligen a partes iguales entre 14 de las candidaturas globales, por sistema proporcionalmente casi puro, y dos por cada una de las parroquias, por el sistema mayoritario aún más puro, por lo que los dos son otorgados a los más votados, más que sea por un solo voto, y aunque -como es el caso fuerza mayoritaria este domingo- se presenten tres o cuatro opciones diferentes y hayan de salir los que representan un tercio, o menos, de los votos directos.
Para que luego hablen en otros lugares del valor distinto del voto de un ciudadano, según donde viva. Y es que, también en esto Andorra se mantiene a contracorriente o, si lo desean en un eslogan turístico español y antiguo, «is different».
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