Previsibles

Robert Pastor

Era absolutamente previsible. Como otros, el copresidente de Banca Privada de Andorra, Higini Cierco, ya advirtió que no comparecerá ante la comisión del Parlamento sobre corrupción en general, y el «caso Pujol» en particular, por su condición de ciudadano del principado pirenaico, y por tanto ajeno a la competencia del legislativo que lo había convocado.

Era absolutamente previsible. Como otros, el copresidente de Banca Privada de Andorra, Higini Cierco, ya advirtió que no comparecerá ante la comisión del Parlamento sobre corrupción en general, y el «caso Pujol» en particular, por su condición de ciudadano del principado pirenaico, y por tanto ajeno a la competencia del legislativo que lo había convocado.

Higini y su hermano Ramón, éste a la vez directivo del Barça, figuran en el directorio del banco mencionado como presidentes conjuntos del consejo de administración. El primero, sin embargo, aparece destacado en la fotografía de la página corporativa y figura como propietario, presidente o administrador en hasta una decena de empresas inscritas en el registro mercantil de Barcelona. Y no es ningún secreto, porque así consta en la web a su nombre donde te lleva el señor google.

Otro hecho que se podía prever, aunque de carácter muy diferente, es la lucha por adquirir las colecciones de las primeras monedas de euro del gobierno de Andorra, con motivos del país. Desde que la Unión Europea y el Banco Central la autorizaron, ya se preveía el gran interés que tendría para los numismáticos o para los inversores en general.

Han llegado coincidiendo con el cambio de año, con uno de retraso sobre la fecha anunciada, y el número de monedas máximo autorizado es pequeño, relativamente. Además, una de las condiciones para autorizarlas fue que «la mayoría» debían circular efectivamente. Para garantizarlo, los bancos tienen prohibido separar estas piezas para ofrecerlas a los clientes, y están obligados a mezclarlas con la calderilla del resto de países emisores (en la práctica, las más abundantes y frecuentes son las de España, Francia, Portugal y, en proporción menor, de Alemania e Italia).

Sin embargo, el Gobierno andorrano previó el interés que levantarían estas piezas y se ha reservado dos partidas de 70.000 colecciones completas. Una, porque todos los ciudadanos con residencia legal en el país puedan tener y guardar este recuerdo-tesoro (sólo uno por cabeza) a su precio nominal, de 3,88 euros, pidiéndola directamente.

Con la otra partida sí busca hacer un negocio (moderado). Con el pretexto de ofrecer en un estuche especial, la ha puesto a disposición de los comercios de filatelia y numismática del país, a un precio especial de mayorista (que no se ha hecho público), para que los comerciantes vendan las series a 24 euros. Limitadas a una en el caso de compradores extranjeros, y sin límite en el caso de nacionales o residentes.

Los comerciantes de la rama, y numismáticos de todo, no se han ahorrado críticas para el escasez de la oferta y, en el primer caso -aunque no públicamente- para la fijación del precio máximo. El ejecutivo tiene la explicación justificada en la limitación del número obligado por la UE. Cabe recordar que el «permiso» sólo es aplicable a la acuñación de las monedas, y no de billetes de ninguna denominación.

Aunque, abierta la puerta, ya se preparan nuevas emisiones. Una serie conmemorativa con ejemplar único de dos euros. Y, para el próximo año, una nueva emisión, se supone que de volumen igual a la de este año, acuñada en Francia. De entrada se había previsto que la mitad de las monedas ya circulantes las fabricaría la casa de la moneda española y la otra mitad la institución homóloga francesa, por aquello del equilibrio que siempre mantienen las instituciones locales con los dos Estados vecinos. Pero finalmente, encontraron más práctico hacer toda la emisión, alternativamente, a un lado y otro de la frontera, empezando por la española.

El resultado de todo ello es que todo el mundo nos pide a los ciudadanos de Andorra si podemos conseguirles muestras de esta rareza numismática. O intentan comprar a los que pueden acceder con más facilidad, como en otros tiempos nos pedían, si teníamos que «bajar», duralex, un transistor, queso, o azúcar, según las épocas.

El Diario de Andorra explicaba recientemente que un ciudadano alemán se situó en un bar de la capital, ofreciendo a todo el que entraba 30 euros para comprar y entregarle una colección de las «caras», de 24. Y el mismo medio ha publicado que los lotes ya se están subastando en Internet por una media de 80 y, en algún caso, la adjudicación ha llegado a 159. Y lo mejor del caso, es que este negocio es absolutamente legal ... aunque demasiado limitado para sacar apenas el déficit de las cuentas públicas andorranas.

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