En el camino hacia la paz en el País Vasco, tan difícil como previsto, parece que cada semana hay quien hace pasos. Cortos, porque se trata de alcanzar una cima bastante alta y la gente de montaña sabe que hay que ir poco a poco, siguiendo las huellas y haciendo tantas curvas como sea posible para no desfallecer antes de tiempo.
En el camino hacia la paz en el País Vasco, tan difícil como previsto, parece que cada semana hay quien hace pasos. Cortos, porque se trata de alcanzar una cima bastante alta y la gente de montaña sabe que hay que ir poco a poco, siguiendo las huellas y haciendo tantas curvas como sea posible para no desfallecer antes de tiempo.
El obispo jubilado de San Sebastián, Juan María Uriarte ha publicado una especie de guía moral con el elocuente título de "La reconciliación", donde llama a todos a participar: la propia ETA, el Estado, la iglesia, las víctimas, los jueces, las fuerzas de seguridad, los medios de comunicación, los legisladores y, con un papel destacado, el mundo educativo.
Como siempre, o casi siempre, que se expresa públicamente este obispo -y su predecesor Setien, antes - de seguro encontrará buena acogida la primera llamada, que es la organización hasta hace poco violenta de desarmarse y disolverse, pero no tanto cuando reclama que las autoridades estatales contacten con sus miembros, o se produzcan indultos a presos.
Entre éstos, los encerrados en centros franceses han hecho también un gesto que les puede resultar productivo, lejos de la actitud mantenida hasta ahora, y que consiste en aceptar las indemnizaciones a las víctimas y a los que les coloquen pulseras electrónicas para poder hacerles un seguimiento cuidadoso si obtienen la libertad provisional.
En el ámbito educativo, y en el marco del programa de cultura por la paz que dirige Rocío Salazar, se reunían el otro día el profesorado y alumnos del colegio Vizcaya de Bilbao, junto con dos familiares de personas asesinadas por ETA. Según la crónica recogida en Deia, la más llamativa fue la intervención de Pedro María Baglietto, a quien los terroristas mataron al hermano en mayo de 1980, a pesar de ser primo del dirigente histórico del grupo armado Antxon Etxebeste, y haber salvado la vida anteriormente al verdugo que le disparó. Lo acompañó Carmen Hernández, viuda del concejal del PP José María Pedrosa, abatido en 2000 .
Ambos explicaron los hechos con un tono conciliador y de perdón, antes de la intervención de los escolares, generalmente con preguntas, la mayoría incómodas, pero seguramente necesarias.
Esto del perdón a los asesinos o cooperantes en los crímenes por parte de las víctimas que hace días que comenzó. Otra muestra la dio Axun Lasa, hermana de José Antonio, aquel que junto con José Ignacio Zabala fue secuestrado en territorio francés, según sentencia de los tribunales bajo las órdenes del entonces coronel y ahora ex general Rodríguez Galindo, trasladados a los sótanos de un palacete de San Sebastián, torturados hasta el extremo, finalmente muertos y encontrados años después en Valencia, enterrados con cal viva.
Axun hizo una, tal vez, la pregunta clave, para seguir avanzando: "tan difícil es pedir perdón, todos? Y es que no todos están dispuestos a pedir el perdón por sus crímenes, ni tampoco a su concesión, como ya había hecho la hermana de Lasa, o víctimas y familiares de víctimas del terrorismo organizado, algunas de las cuales mantuvieron ya entrevistas con los autores directos, o con otros miembros de la organización.
Y sin embargo, poco a poco, paso a paso, son más los decididos a pasar página, pidiendo o concediendo ese perdón que sí, es bastante difícil, y más en según qué casos, y de parte de qué personas.
El plan de paz de dieciocho medidas presentado por el lehendakari Urkullu, después de tantas iniciativas de la sociedad civil, comienza a abrirse paso, desde la disposición a aceptar cambios y sugerencias para llegar al difícil consenso general. Aunque tropieza con las oposiciones parciales de los radicales EH- Bildu, y de PP y UPyD, pero ya está mucho más cerca el Partido Socialista (PSOE), cuando su portavoz dice que el texto "suena bien" , pero que no habría que equiparar unas víctimas con otras. Y que poner fecha a la reconciliación es como ponerla a la crisis. Es cierto. Pero cada pequeño paso, como quien empuja el día para hacer pasar el año, es uno menos que queda por llegar.
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