¿La noticia?

La noticia por antonomasia, la más grande y esperada desde hace más de 60 años, pareciera a punto de llegar. Varias fuentes piden, o anuncian, el paso definitivo, el desarme y la disolución unilateral de ETA.

Comenzó Laura Mintegi, la líder oficial de EH-Bildu, al reiterar que "nunca más actuará" la organización, aunque el proceso "se pudra" por la "miopía" de Rajoy. Luego fue Patxi Zabaleta, el máximo representante de Aralar, quien decía: "ETA debe proceder a su desarme para convertirse en una organización civil".

Hay que recordar que Aralar es la formación de antiguos miembros y personas cercanas al grupo que se escindió, condenó la violencia y se constituyó en una fuerza política y democrática homologada jurídicamente. Desde la perspectiva actual, Zabaleta añadía que "será irreversible" la reunión de su formación y Sortu en solo partido.

Lo que por ahora parece ya una ratificación llegaba de Paul Rios, coordinador de "Lokarri", la "red ciudadana por el acuerdo y la consulta", al afirmar que "ETA acepta discutir el desarme y el desmantelamiento con los agentes sociales y políticos vascos ". Estos interlocutores del mismo Euskadi habían sido sugeridos por la comisión internacional de mediadores como alternativa al rechazo frontal de ningún tipo de diálogo por parte del ejecutivo español.

Rios llegaba a decir, incluso que, llegados a este punto, la actuación del equipo de mediadores internacionales pierde todo tipo de sentido, incluido el grupo más reducido que debía encargarse de la verificación del desarme del organización aún armada.

La coincidencia en las manifestaciones de personas bien informadas, si no en contacto con los antiguos practicantes de la "lucha armada" nos situaría en la puerta del fin de una etapa que casi todo el mundo desea. Aún faltan, sin embargo, algunos pasos. Concordar cuáles deban ser los "agentes sociales y políticos" que se avengan a mantener las conversaciones, y que sean aceptados por el otro lado no será tan sencillo, porque pueden surgir fácilmente las desconfianzas mutuas, más sobre personas concretas que sobre colectivos como partidos, sindicatos o sectores de la sociedad civil, a no ser que se intenta excluir algunos de reconocido peso sobre la mayoría de la población.

Hay que contar, también, con la más que probable negativa del PP a ningún tipo de participación, incluso de sus dirigentes al mismo Euskadi, y el rechazo del equipo del presidente del gobierno español, si llegara el caso, a aplicar cualquier medida de alivio de la política penitenciaria y de reinserción social que pueda plantear el acuerdo entre vascos. Sorprendería una decisión diferente por parte de quien ha sido-y continúa-negando cualquier paso en este sentido sin el desarme y la desintegración de los-que parecen ya-ex activistas.

En agosto, sin embargo, es una buena época para tomar y anunciar decisiones sin que levanten reacciones tan numerosas en sentido contrario como las que se pueden ver fuera del tiempo de vacaciones. Además, ETA hace días que no sirve, o sirve muy poco, para distraer la opinión pública de los problemas y deficiencias de un gobierno y un partido que pierde popularidad y apoyo a borbotones. Para ello, además, ya tiene las comunidades autónomas "rebeldes", Cataluña y los catalanistas y, últimamente, Gibraltar.

Cuando-algún día tendrá que ser, y ahora parece que será más pronto que tarde-ETA deje definitivamente de existir, algo habrá que hacer para favorecer la recuperación para la sociedad de los antiguos miembros, sin forzar la legalidad y por mucha oposición que muestran las víctimas, que deberán ser definitivamente reconocidas también por los que las causaron-como ya han empezado a hacer, en parte, aunque no lo hicieran personalmente.

Y si finalmente quedaran algunos fanáticos irreductibles, como los que de vez en cuando todavía actúan en Irlanda del Norte, los mismos Rios, Zabaleta y muchos más, ya los están advirtiendo que entonces tendrán en contra la sociedad vasca en pleno.

Robert Pastor

Periodista