Mucho ruido y pocas nueces

Manuel Fernando González Iglesias

Seamos sinceros, todos sabemos, o intuimos desde hace mucho tiempo, que los más ricos evaden impuestos en paraísos fiscales y que el mejor de los gestores posibles está en Panamá con despachos profesionales en varios lugares del mundo. Incluso los del otro lado de la verja vamos conociendo las salidas de capital vía Gibraltar o la Andorra, que son la segunda división en la Premier de evasores internacionales, y que luego no pasa nada, o el castigo tarda mucho en llegar.


Uno, que es por naturaleza descreído en los asuntos de gobernanza global porque entiende que cada vez que alguien escondido en una confortable trinchera nos suelta datos que movilizan nuestra muy pisoteada dignidad, se nos enciendan los ánimos y falten palabras para expresar la indignación que sentimos cuando lo que era una vieja y querida sospecha se refleja en los titulares más gruesos de los diarios digitales, sobre todo si van acompañados de nombres conocidos y fechas borrosas.


Pero no nos engañemos: el "hoy por ti y mañana por mí" todavía funciona en la estratosfera del poder, que es donde realmente se refugian los que verdaderamente mandan, y allí, solo en ese desconocido lugar, existe una indetectada solidaridad que hace que cada "tormenta perfecta" que llega a la gente solo sirve para tenerla entretenida durante algún tiempo para luego volver a engañarla con alguna sentencia de menor calado y humo, mucho humo, tras el que volverán a camuflar a los viejos amigos o aliados que hoy son víctimas y mañana podrían convertirse en aliados o inesperados verdugos.


Dirán ustedes que este periodista se ha vuelto loco y posiblemente tengan razón. Pero, la verdad, es que los años a uno le han vuelto desconfiado hacia las grandes movidas provocadas por quienes siempre "buscan algo", que por experiencia no suele ser lo mismo que nos interesa a todos. Bien está que haya movida y que los medios de comunicación, por una vez, hagan honor a su obligación social, pero no me sean ingenuos y no se crean que con lo que se ha publicado y lo que queda aún por publicar, los que "esconden sus riquezas" para pagar menos van a desaparecer de la faz de la tierra de forma inmediata, o que los que se citan ya como evasores nos van a devolver el dinero que han defraudado. 


Aún falta mucho tiempo para que el nuevo Mesías esté entre nosotros, y como le pasó al anterior existe la posibilidad de que los que mandan lo vuelvan a crucificar. Así que al mundo más justo y solidario todavía le quedan aún unos cuantos siglos. Ante este nuevo "panamazo" solo nos queda exclamar aquel dicho tan viejo y tan sabio: ¡mucho ruido y pocas nueces, y ojalá me tenga que tragar, más pronto que tarde, la frasecita de marras!

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