Malcorra

Óscar Hernández Bernalette
Diplomático

Después de tantos años en la diplomacia no me sonaba ese apellido vasco entre los colegas Argentinos, ni de las camarillas de las Naciones Unidas. Ya entendí, la canciller de Argentina es fundamentalmente una mujer del sector privado (IBM-Telecom) y posteriormente hizo carrera técnica en Naciones Unidas.


Nos da una gran alegría pensar en que su candidatura a la Secretaría General pueda lograrse, por ser mujer y especialmente latinoamericana. Sin duda no es una tarea fácil y la competencia será hostil.


Sin embargo, ante una posición tan importante como esa para el sistema de Naciones Unidas, así como para el planeta en su conjunto, hay unos elementos de la ética internacional que representan los individuos que manejan tan importantes responsabilidades en las que no se debe ceder porque en algún momento se revierten.


Entenderíamos que la designación de Canciller fue precisamente como trampolín para su candidatura a la ONU. Una buena plataforma, pero deja el sin sabor de que lo importante no era la nueva política exterior de Argentina si no competir para la Secretaria General.


Es por ello también que aquí en Venezuela la oposición no entendió la contradictoria reacción del Gobierno Macri ante la propuesta de Almagro. Alta política, pero que puede debilitar antes que fortalecer a Malcorra. Son los principios, la coherencia en el discurso, es como ella misma ha dicho, "trabajar para las personas", hacer que esas "decisiones puedan hacer un cambio en la vida de las personas".


En el caso de este país hermano, entrampado por la autocracia, hiere que un cálculo "superior", al fin personal, obstaculice un mensaje clave para superar una crisis que puede terminar en tragedia.

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