La web de la delación y otras maravillas sobre el turismo en Barna

Petra López

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Resulta que en el Ayuntamiento han puesto una web para la delación que está a disposición de vecinos y de turistas. Se usa para comprobar si la dirección del apartamento supuestamente ilegal consta en una lista que contiene la web. Si no es así se dan las rutas para proceder a la denuncia.


La noticia provocó una levísima agitación en los foros. Perplejos unos se preguntaban qué harían, llegado el caso, con los turistas delatores -¿meterlos en un hotel?- , -¿en qué hoteles?-, -¿a qué precio?-, -¿de quién?- , ¿y qué pasa con las comidas? o ¿es que se van a quedar en el piso turístico ilegal? Desde un punto de vista práctico parece presentar muchas complicaciones, a saber cómo lo harán...


Por otra parte suponer que los turistas usarán la web es no enterarse de la fiesta: vienen a pasarlo bien y no van a meterse en batallas tan ajenas; alguno habrá, claro, pero nada significativo. Ahora, lo de incitar a los vecinos a delatar es de otro orden. ¿Cómo se le ocurre a la autoridad instaurar y alardear de una medida tan insensata? Vaya una manera de fomentar la armonía en el vecindario.


Con todo parece que la ciudadanía es mucho más sensata que nuestras autoridades: transcurrido un mes desde la puesta en marcha de la web de la delación se han obtenido 476 denuncias por esa vía a las que hay que añadir 22 denuncias más realizadas por teléfono. Un exitazo de campaña si tenemos en cuenta que los pisos turísticos ilegales se estiman en quince mil...


Para acabarlo de arreglar y, supongo, vista la renuencia del vecindario a delatar a amigos y conocidos han inventado la figura de los “visualizadores”: se trata de personas contratadas por el Ayuntamiento para que peinen la ciudad y hablen con los vecinos -también con los turistas, más renuentes aún a delatar- con los comerciantes, con los camareros...a la caza y captura de pisos ilegales. Lo hacen con la ayuda de unas “arañas” informáticas que buscan y rebuscan pisos en las páginas de las plataformas de alquiler.


Una tal actividad lleva por nombre acoso, no hay otra palabra y si no es ilegal debería serlo. Esta nueva figura laboral, cuya función es indagar entre el vecindario le parece estupenda a las autoridades municipales porque según explican ellos mismos “la legislación de la Generalitat es demasiado garantista con los propietarios” y desde luego las inspecciones requieren más miramientos que los que demanda el trabajo de los “visualizadores” dedicados a promover un siniestro cotilleo en los barrios, será un chismorreo democrático para “mandar obedeciendo”. ¿Se dan cuenta nuestras autoridades de lo que dicen con “demasiado garantista”? ¿Quiénes son para saltarse la ley? ¿Quién les ha facultado a ellos para contratar a detectives de pacotilla y allanar las garantías que da la ley a los propietarios? ¿Qué pasa con la privacidad de las personas?


Los anfitriones y anfitrionas no deberíamos vernos afectados por la medida, pero ya se han dado casos de denuncias infundadas y habrá más. Hace poco una anfitrión que alquila una habitación abrió la puerta a un inspector del ayuntamiento. El hombre, claro, se fue por donde había venido: el denunciado estaba en su casa y allí empadronado. El inspector se retiró aunque eso no evitó que la denunciante, desatada en la puerta de enfrente del rellano, soltara a voz en grito una sarta de improperios sobre su vecino, el ayuntamiento, los turistas, los inspectores, los políticos, los inmigrantes, la guardia urbana y el precio de la fruta...enhebrando un rosario de barbaridades que hizo salir de su casa a algún otro vecino. Promover el acoso como manera de resolver las diferencias entre el vecindario es peligroso, en el Ayuntamiento deberían saberlo.


¿Por qué hay que sufrir situaciones de tal violencia? Vecinos que se llevan mal los hay en más de una comunidad, pero situaciones como esa no se producen con frecuencia. El inspector se portó de modo correcto y educado, la vecina desbocada no. Sus modos se hacen eco de los desplegados por el ayuntamiento en la campaña de persecución contra los pisos de alquiler turístico. Campaña que, por el momento, ha llegado al culmen del despropósito con la web para la delación. Aunque ya se anuncian más de ochocientas mil cartas de la alcaldesa para incitar a la ciudadanía a tan cívico proceder.


La cosa es que la ciudadanía mayormente pasa de denunciar al vecino y también pasa de los correos institucionales -van del buzón a la basura sin ser abiertos-, pero en fin...se enviarán y se hablará de ello en los medios unos días, fomentando una vez más una lectura sesgada y una comprensión nula del problema. Seguirá habiendo, eso sí, una oferta creciente de pisos de alquiler y en home-sharing porque la demanda existe, la tecnología lo permite y la necesidad acucia.


El turismo es una pesadilla para los ciudadanos, los gestores de pisos turísticos son una diana sensible para la opinión pública y se trata el tema de una manera que la confunda. Se apunta a una de las caras del fenómeno, se le señala como causante del desastre y de esa manera se dejan ocultas muchas otras facetas del asunto. No es de extrañar una escena como la sufrida por aquel pobre anfitrión si se considera la torpe manera de tratar el asunto, el clima de acoso desencadenado por el ayuntamiento en los medios, en la ciudad. Es de pensar que habrá más situaciones de violencia entre vecinos si no se cambia el ángulo de visión, aunque por el momento parece que solo podamos esperar que no pasen a mayores.


El turismo es un fenómeno muy complejo que ha trastocado - para mal - la vida cotidiana de la gente en muchos lugares del planeta. Lo protagonizan actores diversos y mueve cantidades ingentes de dinero. El tratamiento que reciben por parte de las administraciones unos y otros actores es radicalmente disímil: para los grandes -compañías aéreas, navieras, cadenas hoteleras…- subvenciones, prebendas y legislaciones que les beneficien; para los minúsculos -pisos de alquiler, pisos en home-sharing- persecuciones legales y mediáticas.


Para muestra otro botón: los gestores de pisos turísticos tienen el deber legal de estar localizables 24 horas sobre 24, pero las compañías aéreas no: hace poco llamé a “Vueling” que estaba celebrando otro de sus días del caos y me enteré de que estaban a mi disposición hasta las 9 de la noche, pasada esa hora nadie responde.


No es extraño que las compañías aéreas pasen de tratar bien a sus pasajeros. La relación proveedor cliente empieza con mal pie, para el cliente se entiende. Por ejemplo: las compañías aéreas tienen permitido por ley vender más billetes que asientos disponibles, sí, el overbooking es legal.


Se puede explicar tal despropósito de otra manera que como un abuso facilitado por la ley? Un abuso inaugural, donde queda de manifiesto una vez más que se da un trato de ventaja a las compañías y de perjuicio a las personas.


Yo no tengo pisos de alquiler, pero entre los que sí tienen - no necesariamente sus propietarios- parece haber alguna gente que tiene muchos y mucha otra gente que no, creo que la mayoría hoy está formada por los segundos, personas que tratan de buscarse la vida honradamente y que trabajan sin licencia porque no se la dan.


En julio han aterrizado en El Prat cuatro millones seiscientos mil pasajeros, un 9’6 por ciento más que el año pasado. Se entiende que en la sobresaturación turística de Barcelona alguna responsabilidad tendrán las compañías que traen a la gente hasta aquí? Son compañías subvencionadas que disfrutan de prebendas de todo orden y de una legislación a medida. Nadie habla de eso, se hincha un globo que apunta a los más vulnerables y se abusa del poder municipal sin la menor conciencia de ese abuso.


Tampoco es que sea barato, la campaña, con su web de la delación, sus “arañas”, sus “visualizadores”, las cartas de la señora alcaldesa y demás costará un millón trescientos mil euros. Mira que no podrían hacerse cosas con este dinero…


Petra López


Anfitriona y vecina de Barcelona.

1 Comentarios

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Querida Petra, soy una de las personas de Barcelona que hace homesharing para poder llegar a fin de mes. Estoy divorciado desde hace dos años, tengo una hipoteca alta sobre mis hombros y como con un sólo sueldo no podía pagarla, comencé a compartir la habitación que había sido de mis hijas. Para colmo de males desde hace unos meses estoy en el paro. Se puede pensar que peor no se puede estar pero a mi situación se agregaron las reiteradas denuncias de la comunidad de vecinos, donde vivo desde hace casi quince años sin dar nunca problemas. Pago mis impuestos por lo que gano con la habitación, que quede claro y no ha habido nunca motivos de quejas por ruidos, fiestas ni nada por el estilo. Sin embargo, este año ya tuve tres inspecciones del ayuntamiento que no pudieron sino confirmar que mi piso no es turístico. A la última vino la guardia urbana, nada menos. La policía llamando a mi puerta como si fuera un delincuente. Por eso coincido plenamente con tus artículos (los leí todos) con los que no sólo me sentí plenamente identificado sino que, por su claridad y fluidez, los leí con mucho placer. ¿Cómo terminar? Agradeciendo tu opinión en un medio público que, aunque gotita en el mar, siempre ayuda.

escrito por Hugo 26/ago/16    17:06

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