La carta de la delación

Petra López


Turismo 5


Sigue la tosca campaña de hostigamiento a los pisos turísticos ilegales y, de rebote, al home-sharing. Hablábamos hace poco del millón doscientos mil euros largos que cuesta el invento con su web de la delación, sus visualizadores, sus arañas informáticas y la carta incitando a las denuncias entre vecinos.


La carta ha empezado a llegar a algunos barrios y, coherente con el espíritu que la anima, pretende hacer de la delación entre vecinos un acto de civismo.


Resulta - afirman- que la legislación es "demasiado garantista con los propietarios de las viviendas" y por eso ellos han lanzado "unas medidas de choque", "ampliando el personal dedicado a esta tarea para poder hacer una búsqueda activa por la ciudad". Piden "complicidad" a la ciudadanía, exhortan a delatar al vecino y remiten a un número de teléfono y la web de la delación para hacerlo.


Circunloquios y eufemismos para decir que se saltan la ley porque no les permite hacer lo que quieren y que han instaurado un sistema de espionaje de la vida privada de las personas que rompe con cualquier idea sensata sobre la convivencia. Parece evidente que si han tenido que llegar a tales extremos antidemocráticos es porque el vecindario no delata lo esperado. Con todo, Janet Sanz y Gala Pin, inasequibles al desaliento, parecen ufanísimas con el montaje persecutorio: promover activamente el espionaje como modo de relación entre vecinos les parece estupendo y destinar un montón de dinero a ese fin también.


Lo diré en pocas palabras: no hay "demasiado garantista". Toda garantía de cumplimiento de nuestros derechos es poca para los ciudadanos y ciudadanas, que vemos como van siendo recortados, como quedan disminuidos para el mayor beneficio de las grandes compañías. Que el Ayuntamiento de Barcelona en Comú se sume con sus modos al abuso de la ley - para beneficio del lobby hotelero, de compañías navieras  y de particulares muy particulares-- en lugar de a la recta protección de los derechos de la ciudadanía - propietaria o no de alguna vivienda- da pavor por la indefensión ciudadana que provoca tal cortedad de miras.


La carta, en la mejor tradición burocrática, no la firma nadie, hay un membrete abajo 'Serveis de Inspecció/Area d’ecologia urbana. Ajuntament de Barcelona'. Justifica el despliegue de medidas de espionaje e intrusión en la vida privada de los ciudadanos sosteniéndolo en tres argumentos: "fomenta la especulación, la economía sumergida y puede estropear la convivencia en las comunidades de vecinos que las alojan". No me entretendré en los dos primeros puntos, lo he hecho ya.


El tercero merece una parada "puede estropear la convivencia etc", oye, "puede" no es "estropea", hay que poder distinguir. A estropear la convivencia es a lo que incita la campaña para la delación entre vecinos, y a las pruebas me remito.


El vecindario sigue reticente y, hasta la fecha, no parece mayormente proclive a seguir al consistorio en tan desgraciada senda: 1123 pisos denunciados desde la puesta en marcha de la web de la delación. Es evidente que se está haciendo mucho ruido para recoger pocas nueces.


Mejor sería que nuestros gobernantes se preguntaran por qué la gente pasa de delatar al vecino en lugar de gastar tiempo y dinero en malbaratar la convivencia. ¿No es que iban a mandar obedeciendo? Pues cuando la ciudadanía pasa de plegarse a la consigna lo que corresponde es preguntarse por la bondad de la misma, parece elemental. Por suerte para toda la gente, la común, parece tener más sentido común que los gobernantes.


Se ha publicado hace poco que al 94 % de barceloneses nos gusta nuestra ciudad, somos menos que malagueños o copenhagueses que se declaran satisfechos en un 97%. Aún así Barcelona está en la parte alta de la tabla entre muchas ciudades del mundo. Lo curioso es que el porcentaje de barceloneses satisfechos con la ciudad ha subido cuatro puntos desde el 2012, entonces nos gustaba a un 90%. El gusto por la ciudad ha crecido al mismo tiempo que ha aumentado la llegada de turistas.


Ojo, no digo que haya una relación causa-efecto. No lo creo, señalo solamente la coincidencia temporal que es curiosa. Por otra parte resulta que, según la última Enquesta de Serveis Municipals, el turismo ha pasado a ocupar el segundo lugar entre las preocupaciones de los barceloneses y no es extraño visto el tratamiento que se hace del problema en los medios. Lo misterioso del asunto es que, en esa misma encuesta, el turismo ocupa el lugar número veintiuno entre las preocupaciones ciudadanas cuando se pregunta por lo que afecta "personalmente". Este dato sí que es coherente con la satisfacción con la ciudad mencionada más arriba. Pero... en el Ayuntamiento no se enteran y siguen gastando una pasta en acosar al vecindario.


No se apropia nadie de lo común por ponérselo en el nombre, ni de democracia, ni de libertad, ni de pueblo, ni de nada. Tenemos ejemplos a decenas a lo largo de la historia, demasiadas veces en esos casos se ha cumplido el dicho: dime de qué alardeas y te diré de qué careces. Hostigar a la ciudadanía - propietaria de viviendas o no- es un abuso de poder muy alejado de gobernar con sentido común.


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