Hace ya varias décadas, en la Euskal Etxea de Caracas, un viejo exiliado presumía que en su pueblo, en las últimas elecciones antes del golpe de Estado, la junta local del PNV había hecho el recuento de los votos que tendría el partido , y eran 89 de un centenar escaso. A finales fueron 88, porque un vecino se puso enfermo.
Parecería que las encuestas que mencionábamos la semana pasada (también las de Galicia) acertaron de lleno en los datos fundamentales, a diferencia de las grandes errores en los sondeos previos para otros comicios recientes.
En cuanto a Euskadi, el orden de mayor a menor apoyo fue plenamente el pronosticado, con la formación nacionalista histórica con el número de escaños más grande de la parrilla variable arribuïda, 29, dos más que en la legislatura anterior. O sea, que en lugar de sufrir el desgaste que se atribuye a los partidos gobernantes, la ciudadanía habría reconocido su buena gestión. Además, con una participación que también creció.
Aunque las expectaives de algunos, en el sentido de que la marca local de Podemos (EP) superaría EH Bildu, heredera del radicalismo independentista, esta no sólo conservó el segundo lugar en representación, sino que su descenso fue escasa, de cuatro representantes, para quedarse con 17, con clara ventaja sobre EP, que se quedó con 11. Casualmente, la suma exacta de las pérdidas de la formación defendida por Arnaldo Otegi, sin poder encabezar la candidatura, y del Partido Socialista de Euskadi (PSE-EE-PSOE) que sufrió la gran batacazo, al pasar de 16 a 9 diputados.
El Partido Popular, como todo, demostró la fidelidad de su electoral, con un solo escaño perdido igualado con el PSE a nueve. Finalmente, a pesar de las facilidades que concede la circunscripción de Álava, donde el último electo se Deidre por un centenar, o muy pocos cientos de papeletas, ciudanos (C 's) se quedó fuera de la cámara, sin el único candidato al que se concedían opciones, Nicolás de Miguel. Hay que recordar que hace cuatro años había conseguido la UpyD de Rosa Díez, en la práctica desaparecida del mapa político en todo el Estado. No muy sorprendente, cuando C 's incluía en su programa la propuesta de supresión del Concierto Económico, defendido aferrisadament por todo lo demás, con los populares como los que más.
El PNV ha resultado el más votado y más representado en los tres territorios históricos. En haga considerado habitualmente «españolista», que ha sido Álava, ganó un escaño (final sano 8) y superó en tres al PP, segunda fuerza, pero con los mismos diputados (5) que EH Bildu, uno más que EP y dos más que el PSE, que perdió la mitad, para quedar último con 3. También ganó uno en el territorio donde siempre se ha mostrado más fuerte, Vizcaya, donde ha triplicado los segundos (EH-B) (12 y 4, respectivamente, por 4 más de EP).
El avanatge más corto en diputados para la mayoría relativa fue el de Guipúzcoa, única circunscripción donde no aumentó representación, repitiendo su 9, un mes que EH-B, que perdió uno, y triplicando los de EP y PSE (3, en ambos casos), y con el PP, como habitualmente, en el último lugar, con 2.
En el mapa del nuevo Eusko Legebiltzarra (parlamento de Vitoria-Gasteiz), el dominio relativo del grupo que vuelve a liderar Iñigo Urkullu le permite elegir entre la oposición el socio de gobierno, o de legislatura, que quiera. Ninguna otra combinación, ni siquiera un difícilmente imaginable tripartito con los de Podemos y los teóricamente incompatibles EH-B y PSE alcanzaría los 38 soportes que equialen a la mayoría absoluta.
Tampoco parece, y así lo han dicho, que los «peneuvistas» acepten la propuesta de Otegi, de alianza con su grupo y los de EP, porque cada uno es adversario directo de uno de los otros en la búsqueda del mismo ámbito de votantes.
Aunque los juegos aritméticos posibles, las alternativas serían una coalición menos probable de PNV y Elkarrekin Podemos o, a pesar de la pérdida de apoyos, el mantenimiento de la fórmula «socio-nacionalista» que ha sido la más repetida a lo largo de las legislaturas. En todo caso, lo que parece evidente es que los electores han dado a Urkullu y un «manos libres» para comenzar el viaje de la nueva legislatura, y que no debería ser tan complicado como lo fue en Cataluña y es España, formar un executiuestable.
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