Lagarder Danciu: "Barcelona es la jungla de asfalto en la que se salva quien tiene dinero"

Este activista lleva un año viviendo en la calle, dando voz a los sin techo de España y prestando la suya para hacer llegar su situación y revindicaciones a los dirigentes políticos. Ha estado en Barcelona y he charlado con él. 

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Lagarder danciu

 

Lagarder danciu

Autor: Benjamin Mengelle


Lagarder Danciu hace más de un año que recorre las calles de España en su afán por visibilizar la pobreza y marginalidad que sufren miles de personas en nuestro país. Son aquellas personas que viven, trabajan y duermen donde pueden porque lo han perdido todo, porque no tienen nada.


Un colectivo que sufre la indiferencia de gran parte de la sociedad y, como él denuncia, la criminalización por parte de las instituciones.


Activista sin techo, es un inmigrante rumano, gay, gitano y okupa, que dedica todas sus horas a los olvidados de esta sociedad, se preocupa por su situación, la denuncia. Y algo fundamental, habla con ellos.


Licenciado en Sociología y Trabajo Social, quizás la faceta más conocida de Lagarder sea la de reventar actos a políticos. Rajoy, Monedero, Junqueras… han sido algunas de sus ‘víctimas’. Pero como él mismo reconoce, no son más que acciones que buscan llamar la atención sobre su causa, por mucho que piense que los PP y los del PSOE son corruptos o que los de Podemos sean hipócritas. 


Su causa está con los menos escuchados, con los marginados, los nadie. Su objetivo es denunciar la privatización de los servicios sociales y la invisibilización de las personas sin hogar que viven en la calle y sobreviven como pueden.


Quizás esta sea una de sus acciones más difundidas y comentadas, la noche del 26J, para que se hagan una idea:



O un mes antes, cuando irrumpió en un acto de Mariano Rajoy al grito de “el Partido Popular es la mafia”:



Pero es más que un ‘Mocito Feliz’ que busca salir en los medios porque sí. Esta es su causa y este es Lagarder Danciu, que ha pasado, vivido, trabajado y dormido estas últimas semanas en las calles de Barcelona.


-Una ciudad con 3.000 personas sin hogar (2.914 según el último recuento, de las que 941 duermen en la calle).


Sí, 3.000 personas sin techo, que se sepa. Y si les sumas otras 2.000 que intentan sobrevivir buscando chatarra y que viven en chabolas... Son muchas personas, demasiadas.  



-¿Cómo se llega a decidir luchar por una causa y vivir en la calle?


Llegó un momento en mi vida en la que dejé de sentir vergüenza por ser pobre y empecé a luchar, con la gente en la calle. Tomé contacto con su problemática. Es durísimo, son miles de personas que están en esa situación.


En Sevilla, por ejemplo, montamos el Campamento Dignidad con las personas sin techo, fue una lucha histórica. Y fue a partir de esto que surge la idea de la Ruta de la Pobreza, con un grupo de universitarios del máster de Criminología de Salamanca, que me invitan a dar una conferencia.


En esta conferencia me plantearon la idea: ¿por qué no hacer una Ruta de la Pobreza? Así empezé mi andadura, primero en Cádiz, luego Madrid, Extremadura y ahora en Barcelona.


-¿Con qué te has encontrado hasta ahora?


En todas las ciudades te encuentras lo mismo: los servicios sociales están en manos de empresas privadas. Ocurre algo curioso: cuando gana las elecciones el PP, empiezan a privatizar los recursos sociales. Las empresas privadas solo buscan el beneficio, el negocio. Junto a las ONG's forman una cadena perversa.


Yo apuesto por los proyectos autogestionados. ONG's, empresas, trabajan por los sin techo, pero ¡sin los sin techo! Trabajamos para ti, pero sin ti. Siempre esa idea diabólica de asistencialismo, de caridad. Hay que hacer partícipe a la persona que está sufriendo, pero ellos no quieren. Se han montado un chiringuito y quieren vivir de esto.


En esta Ruta de la Pobreza no solo trato de visibilizar a los sin techo, sino a todas aquellas personas que, por ejemplo, viven de recoger chatarra en la basura, que son miles. Solo aquí en Barcelona son más de 2.000.



Son personas que trabajan en la calle. Buscan ganarse la vida. Quieren trabajar, necesitan una oportunidad.


Te encuentras con casos muy impactantes. Son personas con historias detrás, personas que tenían una vida, un trabajo, unas esperanzas… y que la sociedad ha hecho con ellas como se hace en las redes sociales, un ‘unfollow’. Ya no cuentan. Es algo cruel.


El capitalismo no concibe el sistema sin pobreza. Tiene que haber pobreza y desigualdad en el capitalismo para que este funcione. Es un sistema diabólico.  


-¿Cómo te ha ido por Barcelona?


En Barcelona, vivir como un sin techo es durísimo. Tengo la sensación de que en Barcelona la gente vive obsesionada por hacer dinero. Y no hay ningún reparo en poner barreras e impedimentos para que la gente que está tirada en la calle no pueda sentarse o acostarse, tener un refugio donde resguardarse del frío y descansar. Los cajeros se cierran con llave y ponen barreras y pinchos en los escaparates. Los locales restringen la entrada a los baños y no hay retretes públicos.



Y después viene lo de las multas. Multas por mendigar, por hacer tus necesidades en los parques. Se trata de personas insolventes, es una tontería, solo consiguen atascar los aparatos burocráticos. No tienen dinero para pagarlo.


Antes de llegar a aquí, yo veía Catalunya como un país más avanzado, más desarrollado, de gente más civilizada y respetuosa con los derechos humanos, pero no es así. Barcelona es la jungla de asfalto en la que se salva quien tiene dinero. En Barcelona puedes ser alguien si tienes dinero, si no, estás perdido.



Piensa por un momento lo dura que puede llegar a ser esta ciudad para la gente que vive aquí, que tiene un trabajo legal, que aunque con dificultades puede tener su casa. Ahora imagina cómo de dura es para las personas que viven y duermen en la calle y reciben la indiferencia de la gente, de las instituciones, de la sociedad.



-Muchos no entenderán tu decisión de vivir en la calle...


Con mi decisión mucha gente se siente identificada. Me he empapado de la calle de Barcelona, he dormido en parques… todo esto lo necesito para ver, para entender, sentirlo y cabrearme.


Comparto la situación de las personas sin techo. Lo necesito para después poder contarlo, hacérselo ver a los políticos.


Creas conciencia y presionas a las instituciones. Instituciones como los ayuntamientos, que tienen sus tiempos y no entienden de los nuestros. Nosotros no podemos esperar más. Ellos están con sus estómagos llenos, seguros en sus casas. Nosotros no.  


-Aquí en Barcelona has conseguido reunirte con Ada Colau, no sin antes ponerte en huelga de hambre, aunque solo fuese por unas horas. ¿Qué es lo que le has pedido al Ayuntamiento?


Demandas prioritarias. Cosas que la gente con la que he hablado me han pedido que reclame en su nombre. Transporte gratuito para poder moverse. Un centro de encuentro abierto las 24 horas, público, para que no tengan que estar deambulando, en el que trabajen conjuntamente educadores de calle y personas sin techo.


También dar uso a las naves abandonadas; hay muchísimas que se podrían rehabilitar para dar una solución habitacional a la gente que vive en la calle. Que los albergues que hay no son suficientes y están en manos de empresas privadas: la mitad de los sin techo se quedan en la calle, los van rotando.



Y las mascotas. Las personas sin techo no pueden pernoctar en albergues si tienen mascotas. Sus únicos compañeros de alegrías y penas. No les queda otra que dormir en la calle. Si les preguntas si dormirían en un albergue si les permitieran entrar con sus mascotan, todos te dicen que claro. 



Están trabajando sobre varios de estos asuntos, pero piden más tiempo, siempre más tiempo. Pero aquí no hay nada que esperar, no se puede esperar más porque hay en juego vidas humanas.


-¿Y lo más urgente?


He pedido el transporte gratuito. Porque los pocos albergues que hay están en la periferia. Les interesa desplazar la pobreza lejos del centro de la ciudad, expulsarla. Si alguien se pone a pedir en Las Ramblas no tarda mucho en aparecer la Guardia Urbana para echarlo de allí. No da buena imagen.


Yo todavía soy joven y me he hartado de caminar. Y cuando no, me cuelo en el metro, el más caro de España. Y me enfrento a una multa, claro.


Hacen lo posible para criminalizar al pobre. ¿Pero tú sabes cuánto cobran los directivos de TMB? Hasta 146.000 euros al año. Es una auténtica vergüenza.


Allí tiene Mas enchufada a su pareja. Y todavía no sabemos cuánto cobra, porque no quieren hacerlo público. Esa es la realidad. Gobiernan para la casta, para la élite. Y los demás, ya nos podemos pudrir.  



-No haces buenas migas con la clase política...


Como para hacerlas. Por ejemplo, la Generalitat de Catalunya solo ha presupuestado 370.000 euros hasta 2019 para dedicar a las personas sin techo en Barcelona. ¿3.000 personas viven en la calle y esa es la cantidad que piensan dedicar en los próximos tres años?


Eso denota su poca sensibilidad, el poco interés que tienen en acabar con la pobreza. Puigdemont, cuando era alcalde de Girona, puso candados en los contenedores para que la gente no pudiese rebuscar en la basura buscando alimentos.


Es una manera más de criminalizar la pobreza. Y este señor es ahora presidente de la Generalitat. Les he escrito demandando que se replanteen ese presupuesto, porque es una miseria. Se lo he dicho en la cara a Dolors Bassa, consellera de Asuntos Sociales: Usted es de Esquerra Republicana. ¿Izquierda? ¿Cómo puede defender un presupuesto tan miserable?


Nuestras instituciones son criminales. Esta sociedad sería evolucionada, democrática y coherente si, ante situaciones como esta, mandasen a muchos dirigentes políticos a la cárcel. Así de claro. Porque están condenando a estas personas a morir.  



-¿Quizás sea porque están alejados de la realidad?


Mira, el Defensor del Pueblo catalán, Rafael Ribó, llamado ‘el comunista’, tiene un sueldo de más de 120.000 euros al año. 10.000 euros al mes en el bolsillo. Y trabaja en un palacio. ¿De qué sirve todo eso? ¿Cuál es su función? ¿Qué contacto puede tener con las necesidades reales de las personas una persona y una institución como esas?


¿Y las Síndica de Barcelona? María Asunción Vilà cobra 80.000 euros al año. Otra institución más que dice defender al pueblo, desde un palacio también.


En resumen, son aparatos controlados que cuestan muchos millones de euros y no responden a necesidades reales de la gente. 



-¿Cómo has visto a Ada Colau? ¿Qué impresión te ha dado?


Le pregunté qué prioridades tiene. Le dije que si era una alcaldesa que defendía los derechos humanos debería priorizar la situación en la que se encuentran las personas que lo han perdido todo. Estoy cansado de las palabras. Quiero hechos.


He visto a una Ada Colau asustada, prisionera dentro de la institución, atrapada. Es como si el Ayuntamiento se la estuviera comiendo.


Yo conozco su trayectoria como activista. Y ahora creo que se ve impotente de no poder hacer más cosas. Ahora está maniatada con todo el aparato burocrático que la rodea.


De todas maneras, es una cuestión de honestidad. Si esto es así, que salga y que lo diga: "Estoy atrapada". Necesita apoyarse más en los movimientos sociales.


Mi sensación es esa, que una vez dentro de la institución, se ha dado cuenta de que puede hacer mucho menos de lo que esperaba, que está limitada. Creo que se siente impotente. Y me da pena.  


-¿Y cómo te fue con Carmena en Madrid?


Carmena también está en una situación parecida a la del Ayuntamiento de Barcelona. Quien manda realmente en el Ayuntamiento de Madrid es el PSOE.


Pero agradezco a Carmena el gesto de ponerse al servicio del pueblo. A su edad no le hace ninguna falta. Me parece una gran persona, humilde, muy humana.


Sin embargo en Colau no pude ver esto. En Colau vi miedo, malestar. A Carmena se la ve con soltura, con seguridad en sí misma y preocupada por saber qué pasa, está llena de curiosidad.


Colau está a la defensiva. Fíjate que cuando decido ponerme en huelga de hambre me mandaron a la policía para que me fuese. Pero yo me puse a gritar y a llorar. Yo no me iba de allí. Me cabreó mucho aquello.  


-¿Está desbordada quizás?


Barcelona tiene un gran efecto llamada para los sin techo. Porque los ayuntamientos de alrededor no tienen recursos o no dedican los suficientes, no hay albergues, no hay comedores.


Además, Ada Colau se encontró con una serie de contratos que firmó Xavier Trias. Dicen que la noche electoral, cuando ya se olía que iba a perder la Alcaldía, firmó decenas de contratos.


Esta es una de las cosas que Colau me ha dicho, que están atados con contratos durante años, que tienen que respetarlos mientras duren. Entre ellos, los que sostienen los servicios sociales en manos de empresas privadas.  


El Ayuntamiento del cambio está encorsetado y maniatado.



-¿Cuál ha sido la experiencia más dura que has vivido en esta Ruta de la Pobreza?


Ver gente con cáncer terminal en la calle que te dice que solo espera la muerte. Recuerdo la historia de Ángel, aquí en Barcelona. Trabajó durante treinta años como periodista. Lleva dos años en la calle. Al principio le daba mucha vergüenza reconocer su situación.


Ahora arrastra una bombona de oxígeno para poder vivir. No sabe cuánto le queda de vida. A mí me impactó mucho su caso. Ver cómo le niegan su jubilación porque le falta no sé qué papel. Y se ve obligado a pedir por las calles en su delicada situación.


Pues esta persona me preguntó ¿y tú dónde vives? Y le digo que duermo en un parque, por L’Hospitalet. No, no, tú te vienes conmigo, me dijo. Y estuve casi una semana durmiendo en una casa en la que estaba de okupa. De él admiro su sentido del humor y su entereza ante la adversidad.



-¿Y lo mejor?


Una de las mejores cosas que me sucedieron en esta Ruta de la Pobreza fue en San Fernando, Cádiz. Allí las monjas tenían un albergue solo para hombres. A través de diferentes grupos nos juntamos para protestar en contra de la discriminación de las mujeres sin techo.


Y reclamamos al Ayuntamiento un albergue público. No sé muy bien cómo, a través de mucha presión, la alcaldesa encontró el dinero necesario y ahora tienen un albergue público.  


-A veces se da por hecho que las personas que viven en la calle siempre lo han hecho…


No, eso no es verdad. Ese es uno de los tópicos que debemos combatir. Nadie quiere vivir en la calle. ¿Sabes lo que es estar las 24 horas en la calle, sin un lugar donde descansar, donde recogerte, donde alimentarte, poder pensar, soñar?



-¿Te sientes escuchado?


Bueno, hay mucha gente que valora lo que hago. Pero también me censuran. En Barcelona he estado un mes reventando actos políticos, pero los medios de comunicación no me hacen el menor caso. Aquí hay una obsesión por hablar de la independencia para eludir hablar de la pobreza y la corrupción de esta sociedad. 



Después de un año en la calle siento cierta frustración, porque todo va muy despacio, hay poco compromiso.


Pero yo puedo morirme tranquilo. Porque yo al menos he vivido y siempre he hecho lo que he querido. He hecho lo que he pensado que tenía que hacer en todo momento. Con eso ya me doy por satisfecho. En cada momento he elegido y he actuado.  


-Por lo menos haces lo posible para ser escuchado.


La gente que vive en la calle sufre de la indiferencia de las instituciones y de la gente en general. Lo poco que se pueda hacer es mucho. Aunque a veces sea solo charlar un rato, una muestra de afecto, un poco de cariño.



Por eso yo me valgo de las redes sociales para denunciar el día a día de la gente que vive en la calle. Siempre desde el respeto. Yo jamás publico fotografías ni vídeos de nadie que no me haya dado su permiso. Jamás. Es muy importante. Porque en la calle no hay intimidad.


Aprovecho para denunciar que hay periodistas, reporteros poco éticos, que hacen fotos sin pedir permiso. Conozco a personas que se han visto en periódicos y se preguntan cómo es posible que sean tan sinvergüenzas.


A mí me pasó en Madrid. Yo estaba charlando con un sin techo y vinieron dos, nos sacaron unas fotos y, sin mediar palabra, se fueron corriendo. Pero yo fui detrás de ellos y les pregunté que qué clase de periodismo era ese, que por qué no se interesaban más por las personas, y que por lo menos pidan permiso.


Al menos consigo visibilizar esta situación. Una visibilización que no es mercantilistas. No se puede hacer negocio con la pobreza. Es algo repugnante.


Es muy triste que la gente viva pensando solo en estrategias personales, en su beneficio. Hay que actuar. Y más ahora, que vivimos en un momento de emergencia social. No podemos esperar más.  





-Su nombre lo eligió su padre, un gitano rumano encarcelado por el régimen de Ceaucescu. En la cárcel aprendió a leer de un ejemplar de una novela de aventuras escrita por Paul Féval en el siglo XIX. El protagonista era el espadachín Henri de Lagardère.


En portugués existe la expresión 'à lagardère', que se utiliza cuando alguien actúa con coraje u osadía, aunque puede que sin medir las consecuencias para sí mismo.


“Así soy yo. A veces estoy tan centrado en la acción que no me importa lo que me pueda suceder”, me cuenta mientras compartimos unos cafés en el barrio del Raval. “Yo sé cuáles son mis objetivos y paso a la acción. Es solo eso”.  


La Ruta de la Pobreza continúa en otros lugares:



Deja Barcelona con un sabor agridulce.



1 Comentarios

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Sorry... "no hi ha dret" dius, a que? Que hem de fer? Regalar-lis casa? Parles de lluita... però, podries treballar? O sigui, a més d'anar amb cartels, podries treballar per un sou com fem els demés?

escrito por Ernest 05/oct/16    08:55

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