Repartición de escaños del Parlamento vasco en las últimas elecciones | web elecciones.eus
A menudo se ha dicho con razón que la única encuesta electoral cierta es la de las papeletas depositadas en las urnas. Paradójicamente, hace unos días constatábamos el acierto del último sondeo acerca de los comicios vascos y ahora resulta que es precisamente el recuento, o mejor dicho, el recurso contra esta cuantificación lo que ha cambiado sustancialmente el resultado final.
Se pronosticaba que había dos escaños pendientes de un puñado de votos: el último de Álava, entre Ciudadanos y el Partido Nacionalista Vasco (PNV), por un centenar de sufragios, que «cayó» de la banda de los primeros. Y en Vizcaya, entre la misma formación nacionalista y los socialistas (PSE-PSOE) por unos 1.600, que en el primer anuncio de los resultados se había adjudicado a los mismos.
Pero he aquí que un recurso y un segundo recuento sobre los votos de Bermeo, población vizcaína de censo amplio, industrial de la pesca y derivados y últimamente haga de la llamada «izquierda abertzale» consiguió, por menos de 500 papeletas, que el diputado sea para la candidatura recorriendo, EH-Bildu (EH-B).
Este cambio produce una reestructuración del mapa del próximo parlamento que, en pura aritmética, saca la mayoría absoluta automática a la coalición gobernante en funciones PNV-PSE.
Los consocios se quedan con 37 miembros, a falta de uno para la mayoría absoluta y, aún más, los nacionalistas históricos acaban teniendo un diputado menos (28) que la suma (29) de EHB (18) y Elkarrezkin Podemos (EP) (11).
De entrada, Arnaldo Otegi ha marginado a los suyos en reconocer que, como ganador relativo, corresponde al lehendakari en funciones poner en marcha las consultas para formar gobierno. Por su parte, en un comunicado oficial, el PNV anunciaba la condición para formar el nuevo ejecutivo: que el socio reconozca el carácter de nación de Euskadi.
La repetición con los socialistas, pues, parece ahora problemática; no sólo por la condición mencionada, sino por las realidades socialistas: una gran sacudida en los resultados electorales, la crisis de la formación en el conjunto del Estado y la mayoría de miembros del partido en el País Vasco alineados con Pedro Sánchez -como en Cataluña- y radicalmente opuestos a facilitar la investidura de Mariano Rajoy.
La fórmula de votación parlamentaria para investir presidente vasco es, también, peculiar. No se trata de apoyar o rechazar cada candidato por separado, sino todos los que se presentan a la vez, por lo que en segunda votación no es necesaria la mayoría simple, sino recibir más apoyo que cualquiera de los adversarios.
Si cada grupo vota al candidato propio, Urkullu saldría investido automáticamente con segunda vuelta. Que EH-B y EP pacten un candidato común parece difícil, a juzgar por lo que ha ocurrido en otros lugares. También que el PNV acepte la propuesta de tripartito de Otegi, con los suyos y los de Pili Zabala, la víctima del terrorismo de Estado. Puestos a elucubrar no falta quien augura un pacto de los nacionalistas con el PP, un «intercambio de cromos» que no podría pasar para votar a favor de Rajoy, sino por la abstención, a cambio de que los populares faciliten la repetición del actual presidente vasco en funciones. La práctica abstencionista de su grupo en el Congreso ha sido frecuentemente repetida pero ahora, incluso la abstención le supondría un coste comparable al que sufrió CiU el acuerdo con Aznar.
Todo parece difícil, pero el PNV tiene una larga historia de pactismo para continuar al frente del gobierno del territorio, con fórmulas bipartitas y tripartitas, cuando las ha necesitadas. Esto, y el sistema de votación, favorecería el pronóstico de que la investidura no tardará tanto como la de presidente español, o la de Puigdemont. Sin olvidar, en ningún caso, el dicho de que la política hace extraños compañeros de cama.
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