Hay urgencias que no pueden esperar más. Hay crecimiento económico, los datos lo confirman y los gobiernos se vanaglorian, pero sus frutos no llegan a las personas y los derechos perdidos no se recuperan. No podemos permanecer expectantes. Hay que reclamar cambios y mejoras en las condiciones de trabajo y de vida. Debemos aprovechar la nueva situación política en el Estado para forzar acuerdos que revierten los recortes y recomponer los derechos. Debemos hacer que el debate presupuestario en Catalunya aborde la emergencia social de la pobreza y la calidad de los servicios públicos. Debemos traducir la nueva situación económica en la negociación de los convenios colectivos y lograr mejoras en empleo de calidad, en salarios, en seguridades. Hay que cambiar las cosas.
Para ello hay que reforzar la posición de los trabajadores y de sus organizaciones para que puedan forzar espacios de negociación, combinar la movilización social y laboral con el diálogo y la negociación para alcanzar acuerdos que materialicen las respuestas a los problemas sociales y laborales. Por ello, el conjunto de Catalunya y del Estado, estamos haciendo movilizaciones para exigir que las personas y los derechos son la prioridad.
Empleo, salarios y pensiones son la síntesis de la reivindicación. Tenemos un escenario económico y político diferente a hace un año y se debe aprovechar abriendo espacios de concertación, con objetivos reales y concretos, con plazos de ejecución definidos y posibles, que concreten acciones y medidas para combatir la pobreza, la precariedad y la desigualdad. El Gobierno y las fuerzas parlamentarias deben asumir su responsabilidad y acabar con las políticas que han creado esta realidad. También las patronales deben renunciar a la lógica de la devaluación de las condiciones laborales y de la libre disponibilidad de los trabajadores, la reforma laboral se ha demostrado injusta con las personas, absurda socialmente e inútil económicamente para modernizar el tejido económico y productivo .
Se puede cambiar el rumbo en las políticas presupuestarias, en el Estado y en Catalunya, poner en primer plano las personas, el crecimiento justo y sostenible, el empleo de calidad, las pensiones y el fortalecimiento de las redes de protección social. Por eso hay que actuar sobre la fiscalidad reforzando la suficiencia de los ingresos públicos, que garanticen el gasto e inversión pública necesarias, y la equidad, porque las rentas altas y las grandes fortunas realicen el esfuerzo fiscal justo y proporcional y no dispongan de las actuales vías de elusión y fraude fiscal. Es necesario que el crédito llegue de nuevo a familias y empresas, con un modelo financiero en el que la banca pública, a través del ICF y el ICO, así como las entidades rescatadas con fondos públicos, juegue un papel destacado y evite que la financiación de la economía alimente dinámicas especulativas.
Debemos hacer visible que es momento de revertir las cosas, que es tiempo de diálogo y concertación de los grandes temas que afectan a las personas: reactivación de la economía; impulso al empleo de calidad; derogar las reformas laborales, la ley de reforma de las administraciones locales y el artículo 315.3 del código penal, que criminaliza el derecho de huelga; derogar la LOMCE y acabar con los recortes a la educación, la sanidad y el resto de servicios públicos; garantizar las pensiones y su calidad; reforzar los sistemas públicos de protección social y garantizar una renta de ciudadanía; promover la igualdad efectiva de hombres y mujeres, pero también de todos aquellos colectivos que están tratados de forma discriminatoria; proteger a las personas migrantes y aquellas que buscan refugio y asilo.
Pero si queremos que los gobiernos se sienten a negociar cambios en las políticas y los empresarios entiendan que hay que recomponer en la negociación colectiva la calidad del empleo, es necesario reforzar la posición de las organizaciones sindicales de los trabajadores y trabajadoras. La mayor afiliación y representatividad sindical fortalece los sindicatos y refuerza su poder de negociación. Está demostrado que en aquellos momentos y lugares donde hay mayor poder sindical mayor es el peso de las rentas del trabajo en la riqueza nacional y más crece la economía, más se invierte y más empleo se crea. Por el contrario, cuando las organizaciones de los trabajadores se debilitan y pierden poder de negociación sindical, más aumenta el poder empresarial, especialmente de las grandes empresas, las rentas del trabajo pierden peso, se reparten más beneficios pero se invierte menos en economía productiva y más en acciones y absorciones de empresas, se ralentiza el crecimiento y se pierde empleo. Reforzar las organizaciones sindicales y movilizar son claves para fortalecer la posición en la negociación y para alcanzar acuerdos.
Es momento de movilizar para exigir que el diálogo social se traduzca en resultados tangibles, materiales, que atiendan las personas, sus necesidades, que acaben con la desigualdad y pobreza instalada. Por eso hay que reducir de forma sustancial los niveles de desempleo existentes, impulsar el crecimiento económico sostenible con más y mejor empleo, mejores salarios -incluido un Salario Mínimo Interprofesional que supere el 60% del salario medio- y con pensiones que tengan garantizado su poder adquisitivo. Es momento de recuperar libertades y derechos democráticos, cuestionados y limitados.
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