Navidad sin los otros

Esta es quizás la más extraña Navidad que hemos vividos los venezolanos en muchos años. El ambiente es raro y por demás triste. No se siente la alegría de otras épocas. El gobierno por decreto ha querido generar un ambiente que ni ellos lo perciben. 

Por el contrario, se ofenden sus pocos partidarios de ver a Maduro bailando salsa con la cabeza gacha que nunca ha podido levantar. Sin duda el factor económico, político, y la emigración han golpeado el alma de los venezolanos.

Cuantas cosas juntas han pasado durante todo este tiempo. Solo en el mes de diciembre se desataron todas las penumbras a su vez. Con la crisis monetaria nos acompaña la mayor inflación del planeta. ¿Regalos para quién?

Venimos arrastrando pobreza y delincuencia que nos sitúa entre los países más violentos del mundo. Finalizando el año nos quitan él referéndum revocatorio una opción constitucional para oxigenar al país e iniciar el camino hacia un cambio de gobierno. El diálogo ha sido un fracaso y la población que quería salir de Maduro ahora hablan de salir de algunos líderes de la oposición.

La locura de los billetes que crispó al país en lo que es una muestra de improvisación y falta de análisis internacional. Apenas unos meses antes una medida similar fue un escándalo político en la India. La vergüenza en Mercosur al tratar de imponernos en donde no nos quieren se añaden los saqueos de ciudad Bolívar en donde un bloqueo informático se impuso.

A todo esto, otra gran tristeza. Nuestros hijos y los de los amigos, la de los vecinos y los hijos de Venezuela que se han ido. Los que abandonaron su país en busca de oportunidades, los que se fueron por miedo, los que se hartaron de tanta diatriba, los que solo quieren vivir, caminar con seguridad, que les paguen lo que se merece su esfuerzo.

En fin, cuántos padres e hijos tristes en estas navidades venezolanas.

A pesar de todo, estimados lectores, que tengan una ¡Feliz Navidad!