No son pocas las millas recorridas y los conflictos que observé en distintas culturas y países para no estar convencido en esta etapa tan compleja que vive nuestra Venezuela, que lo que más nos conviene sinceramente a las dos segmentos políticos es dialogar. Es una precondición para evitar llegar a una negociación producto de un conflicto con violencia civil.
Pensemos en lo que es un país con presumida paz que arroja más de 26.000 muertes violentas en un año (2016) y recordemos el horror de Alepo en Siria. El fanatismo y sus consecuencias pudo evitarse si la mediación y el diálogo hubiesen prosperado.
Aquí en Venezuela estamos entrampados. El diálogo no es para beneficiar a una u otra parte. Es para ayudar a Venezuela a reencontrarse y a salir del atolladero y de la profunda crisis moral, social y económica que vivimos. Ni los que han robado, ni despilfarrado los bienes de la nación pueden dormir tranquilos, ni sentirse ganadores porque sin duda el peso de la justicia y de la historia los juzgara.
Pero quienes sí se pueden librar de tanta parálisis y sufrimiento son la mayoría de los venezolanos. Para ello el diálogo es fundamental, es de sentido común. Los errores cometidos durante tantos años tiene múltiples responsables, los que actuaron y los que omitieron, los que calcularon mal, aunque de buena fe y los que silenciaron.
Seguir atornillando la crisis, seguir insistiendo en un modelo que fracasa, seguir pensando que la salida es fácil y esta a la vuelta de la esquina, no es sino una torpeza política y una pérdida de tiempo y de oportunidades.
Entendemos que sentarse en una mesa de negociación o diálogo entre actores que han estado en pugna por tanto tiempo no es fácil, que controlar las emociones o las subjetividades es duro pero no lo es tanto como seguir viendo al país en barrena, al garete, ver a sus hijos dejando al país o teniendo que enterrar a más venezolanos por una guerra que puede estar a la vuelta de la esquina.
Es de valientes luchar con el verbo, es de estadistas resolver conflictos y es de demócratas luchar para alcanzar los consensos que permitan que Venezuela vuelva al concierto de las naciones como próspera, pujante y fundamentalmente democrática.
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