De verdad que lo siento, porque sé que al Vicepresidente Junqueras le sienta muy mal que le lleven la contraria desde que ocupa ese cargo, especialmente si el "tocamelindres de turno" es un periodista --como es mi caso-- pero es que su frase sobre que el Juez Vidal "se explicó muy mal" no puedo, como hombre de radio, compartirla de ninguna de las maneras, por mucha simpatía que me mereciera Oriol Junqueras cuando era Alcalde de Sant Viçens dels Horts y destilaba ese populismo del bueno que llegó también a enamorar a mi viejo amigo, el gran Justo Molinero.
Un encantamiento que, con el trajín del procés, ha cambiado lógicamente --me temo-- para no volver, ya que mi admirado líder ha pasado de convencer a pontificar, dos verbos casi antagónicos, que en política, actualmente, tienen cabida en cualquiera de los partidos de nuestro actual arco parlamentario, sin distinción de edad, ni sexo.
Pero no divaguemos, porque aquí el protagonista de nuestro artículo de hoy es un juez que hace tan solo unos días recibía ofertas de todas partes y que con la intervención que le publicó El País ha pasado a ser para los mismos que lo jaleaban hasta hace poco un bocas o si lo prefieren a la antigua, un charlatán de feria.
El único que realmente ha tenido piedad con él ha sido, precisamente, su Jefe político, que en público ha dicho lo que ya les señalaba líneas arriba de "que se había explicado mal", frase para la historia, que no ha impedido al Honorable y, a través de la compañera Rovira, exigirle una dimisión irrevocable por el contenido de su discurso.
Pero claro, cuando uno no se explica bien, una parte de la gente no te entiende y otra, por ejemplo, interpreta al revés tus palabras, con lo cual, siempre queda la duda de que lo que tu has dicho es lo que tus auditorios creen que han escuchado.
Y este no es el caso, ya que todos los partidos, tanto independentistas como ¿unionistas? han expresado a través de los diferentes medios de comunicación un mensaje muy parecido que nos ha llevado hasta el monumental escándalo que se ha montado tanto en Catalunya como en Madrid, que son dos comunidades políticamente muy dispares.
Y eso quiere decir, desde el punto de vista político y mediático, que el juez Vidal se explicó muy bien, porque le entendió todo el mundo mundial de idéntica manera.
En la radio sabemos desde siempre que una cosa es oir la emisora y otra escuchar el programa. En el primer caso, el comunicador consigue que la gente pueda seguir el medio sin dejar de trabajar, por ejemplo. En el segundo, el que habla logra algo mucho más importante: que prestes atención preferente a lo que antes solo oías.
Pocos radiofonistas consiguen semejante proeza; yo he trabajado al lado de unos pocos y creo saber de lo que escribo. Es lo que se conoce en nuestro oficio como "traspasar el dial".
Si Vds. han contemplado las imágenes de la Conferencia de Santi Vidal --y aunque la audiencia "estaba cautiva", es decir encerrada en una sala-- habrán comprobado fácilmente que lo que argumentaba el juez-senador era seguido con simpatía por su auditorio, que reía sus frases y hasta aplaudía aquellas que luego motivarían el lio que se ha montado.
¿Creen Vds. acaso que si el orador Vidal se estuviera explicando mal la gente reaccionaría de esa manera? Me mojo yo mismo para contestar: Sinceramente no.
Así que, a mi entender, Santiago Vidal dijo la verdad de lo que pensaba y lo hizo con una claridad meridiana, la misma que ahora le niega injustamente su mentor Oriol Junqueras.
Dicho lo cual, y como corolario final , pregunto, sin que nadie se me moleste por ello, y también por si no puedo hacerlo en septiembre: ¿Qué informe fiscal ha escrito "quien sea" sobre mi humilde persona?
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