Lo efímero de la felicidad

Redacción

Llueve en el momento de escribir estas líneas, y a uno le da por escribir sobre lo efímero de la felicidad. Es difícil definir ese estado, elevado a los altares del placer por el hombre. Muchos lo han intentado, y nadie ha dado ha dado en el clavo porque este concepto abstracto se resiste a que un conjunto de palabras limiten su radio de acción.

Ante la imposibilidad de acertar en la aproximación, algunos han optado por concluir, como el poeta y escritor Antonio Gala, que es "darse cuenta de que nada es demasiado importante". O, como el recordado Nobel español Jacinto Benavente, que afirmó que la felicidad "es mejor imaginarla que tenerla".

Podría estar años buscando una definición y no lo haría mejor que otros que lo han intentado, pero creo que querer estar más cerca de la felicidad que cuando tu equipo marca un gol importante sería egoísta. No creo que exista nada mejor. Y más cuando el tanto hunde a tu rival, a ese que no puedes ver ni en pintura, que es antagónicamente concomitante, que odias pero que necesitas.

Como un péndulo anárquico, la felicidad va por barrios, emborrachando de ilusión y egolatría. El tristemente recordado 'Tamudazo' apareció en la cabeza extasiada de los barcelonistas cuando, llevado por un Bernabeu pegado a las radios, Higuaín se encontró con una pelota muerta y consiguió empujarla a la red. No hace falta que los científicos investiguen más. La transmisión instantánea de Gokuh y compañía ya se ha inventado. La diosa felicidad hizo parecer lento al AVE en su rápido viaje de Sevilla a Madrid. La Liga parecía dar un vuelco.

Pero no. El Barcelona resistió ante un Sevilla con diez que no daba para más. La exhibición de los de Guardiola en los primeros 60 minutos se convirtió en nervios en un abrir y cerrar de ojos, en el imperceptible periodo de tiempo que la Diosa fue a visitar a los enemigos madridistas. Pero volvió. Seguro que estuvo tentada de marcharse a otra parte para homenajear a dos equipos que merecen a partes iguales un trofeo cotizadísimo. No. Había que elegir uno y fue el Barça. No sabemos si por la gracia de la moneda al aire o por merecimiento.

A los madridistas, sobre todo si pierden la Liga, les queda una definición de felicidad que sobre todo es un consejo. La firma el Cuentacuentos argentino Jorge Bucay, y dice así: "La felicidad es la certeza de no sentirse perdido". El que quiera entender, que entienda.

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