¿Hay vida después de Almería? A las doce de la noche del sábado tenía claro que no. El espectáculo que acababa de ver era de tal virulencia, el Madrid había demostrado una fuerza tan alejada de lo humano, que me era imposible pensar que el liderato fuera recuperable para el Barça.
Ahora, con la distancia de las horas y siguiendo asombrado por la victoria del Madrid, pienso que queda mucho y que, si los cálculos no me fallan, al Barça y a su rival sólo le separan tres goles, teniendo los de Guardiola, de momento, el goal average particular a favor.
Pero volvamos al fin de semana. Algún cronista decía que el del Barça había sido un partido tan difícil de jugar como de explicar. Es cierto. No es habitual que empiece perdiendo, que logre empatar y que el rival consiga volver a adelantarse. Eso, jugando con diez y mostrando cierta sensación de cansancio, fue demasiado. Se empató y pienso que ya se hizo bastante.
El gran problema del Barça pienso que es la pegada. El equipo no da sensación de poder golpear con dureza y facilidad al rival. Xavi, Iniesta, Messi, Pedro e incluso Alves se buscan demasiado entre ellos cerca del área rival cuando hay que mirar a portería. A eso se suma la falta de extremos puros. Son necesarios más centros al corazón del área y, sobre todo, hay que aprovecharlos mejor.
Para ello no basta con exigir a Ibrahimovic que se convierta en omnipresente, sino que habría que convencer a futbolistas como Xavi, Iniesta o Pedro de que el gol de cabeza no es sólo cuestión de altura sino también de colocación. Se empiezan a escuchar críticas a Alves por sus centros pero... ¿quién centra bien cuando tan solo tiene a un compañero esperando el remate?
Guardiola debe darle una vuelta de tuerca a la manera de atacar de su equipo. Hay que aceptar que el cambio de delanteros ha modificado el modo de juego y tratar de aprovechar las cualidades de Ibra, que sin duda las tiene. Una manera es colocar a Messi justo por detrás de él. Otra sería convencer a Iniesta de que deje de tender al centro, de que busque la banda con descaro con la ayuda de Maxwell, que ha demostrado que puede hacerlo.
Resulta obvio que amontonarse en el centro dificulta el ataque, pues el rival también lo hace y el atasco se convierte en monumental. En estas circunstancias, sólo el mejor Messi es capaz de ser tan preciso como para crear peligro. Así pues, pienso que es el momento de abrir el campo con futbolistas como Pedro ?fíjense en el segundo gol-, Bojan, que esta temporada ha dado más asistencias que goles ha convertido, o incluso Jeffren. Con Henry en punta, puede ser el equipo para jugar en Valencia.
El Madrid difícilmente perderá partidos, pero también es cierto que la demostración de fuerza, el torrente violento y agreste en el que convirtió Chamartín el sábado son difíciles de repetir. Al fin y al cabo, es el mismo equipo que perdió ante el Lyon hace sólo dos semanas.
Ahora bien, es digno de estudio el comportamiento del Madrid durante toda la segunda parte. De estar muertos al éxtasis más desbordante en sólo 22 minutos y tras el toque de corneta de un actor secundario como Guti. Resulta increíble visto desde Barcelona el acto de fe que hizo el Bernabeu con su equipo, y parece impensable un comportamiento así en el Camp Nou. Seguramente son diversas circunstancias históricas y sociológicas las que han convertido a Barça y Madrid en dos clubes tan diferentes y, agarrándose a lo mejor de ambos sobre el campo, admirables. Hay Liga.
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