La muerte de Víctor Hugo nos ha producido una gran tristeza. Siempre lo vi como uno de mis amigos grandes, no solo por la diferencia generacional sino porque era experimentado en la política, sencillo y elegante, culto, gran lector y siempre cálido y respetuoso.
El impacto mayor de su partida es porque fue sin preaviso y porque además, siempre estaba allí con nosotros, sentado, escuchando las intervenciones de sus compañeros, observando y esperando el momento puntual para intervenir con sabiduría en nuestras reuniones de la Fundación.
Tenía un sentido del humor afinado y refinado. Dos semanas antes, cuando murió Pompeyo Márquez quisimos hacerle un homenaje póstumo en una actividad prevista de la Fundación. Me correspondió pedirle a Víctor que diera unas palabras recordando la figura del fallecido líder nacional. Con picardía me confirmó y preguntó: “Cómo no, mira y por qué me eligieron, por ser el más viejo o el próximo”.
Caramba, Víctor de donde sacas eso, sabes que no hay mejor persona para hablar de Pompeyo que tú, eres la persona indicada, fueron amigos, lucharon juntos y además de la misma estirpe. Soltó la carcajada.
Sólo que sea corto, que no tenemos mucho tiempo, le respondí.
Fue un gran amigo, en los muchos años que pasé fuera de Venezuela estaba siempre en la agenda de mis reencuentros cuando venía de visita. Fue compañero de estudios y maestro. Cursamos juntos la carrera en la Escuela de Estudios Políticos de la UCV. Además, con su compañera de vida Mayita Acosta y otros cercanos amigos, fuimos también del entorno permanente de estudios. Tener la posibilidad de compartir con Víctor era un privilegio, era ya un dirigente político que provenía de las filas del partido comunista y además cofundador del MAS. Su praxis política y conocimiento teórico de quien era un disciplinado lector y estudioso de las ideas políticas era una ventaja que sin duda nos ayudaba a los más jóvenes de ese grupo.
Siempre discreto y respetuoso, Víctor Hugo era sin duda un venezolano excepcional. Su pasión por la política, la cultura y los libros lo convirtió en un dirigente político noble para un país siempre en conflicto.
Con desaciertos a lo largo del camino de las ideas cultivó la honestidad intelectual y el apego a los más altos principios de la transparencia como una virtud en el ejercicio de la política. Fue concejal, diputado, alto dirigente del MAS y otros partidos. Evoluciono ideológicamente en su comprensión de los retos que tenía el país por delante. Como hombre de izquierda entendió el peligro que corría Venezuela con la aventura Chavista. Como el Gran sepulturero de la historia lo define en unos de sus libros. En su último artículo para la prensa afirmó que el chavismo “será flor de un día”.
En la Fundación Espacio Abierto, una de sus últimas iniciativas, dejará un tremendo vacío. Tenemos que recordarlo no solo en la memoria personal sino reconocer en el tiempo su huella, sus escritos e intervenciones. Una tarea para la Fundación Espacio Abierto. Dejó varios libros importantes que recogen su vivencia personal y política. Le agradecí que en alguna oportunidad me pidiera que presentara uno de sus libros bajo el título de “Transiciones Políticas”, y sus amables dedicatorias. En una de ellas, escrita a pluma y con tinta refinada, decía; Para Oscar, una vida dedicada al país, a su vocación diplomática, ¡Salud navegante!
Amó viajar por este planeta, una de sus pasiones; ahora inició un nuevo viaje. Lo despedimos muchos de sus amigos en el inicio del éxodo de la ausencia. Cuando partía, entre la gente que lo acompañaba, se escuchó un llamado, ¡Venezuela qué quiere!, todos respondimos ¡Libertad!
Lo recordaremos como un gran venezolano.
Escribe tu comentario