Una periodista me preguntó lo siguiente: "¿Cuál considera usted, de las distintas variables que han contribuido al deterioro de Venezuela en estos últimos años, que tendrá el mayor impacto en el tiempo? Mencionó algunas como la destrucción del aparato productivo, corrupción, déficit democrático, violación de los derechos humanos, la inseguridad, violación del estado de derecho y quizás otra. Le respondí que ninguna de las anteriores. Todas esas, le dije, son relativamente fáciles de superar a mediano plazo, con un nuevo gobierno, un sistema de justica eficaz y equilibrado, políticas públicas adecuadas y una economía abierta con la menor intervención del estado posible. La de mayor impacto y que nos va a pasar la mayor de la facturas es la emigración. Más de dos millones de venezolanos se han ido hasta la fecha, en un periodo relativamente corto de tiempo.
Esa es quizás la mayor de las tragedias que nos deja este modelo perverso que tanto daño le ha hecho al país. El conjunto de todas las malas políticas ha dado el peor de los resultados, una estampida de compatriotas que nunca se debió haber producido. No solo son coterráneos, son recurso humano y capital humano, forzado a irse a buscar oportunidades de trabajo, seguridad personal y jurídica. Esta pérdida es lo más trágico de estos años, no solo por el impacto que ello implica para el desarrollo productivo del país, sino por las secuelas emocionales que ha dejado a los tantos padres, hermanos y amigos que han tenido que ser testigos de la desintegración de la familia venezolana. No es cualquier situación, es una realidad vergonzosa que quienes gobiernan el país no reconocen, ni actúan en su justa dimensión, sobre todo, en lo que se refiere a reconocer las necesidades y dificultades de muchos de estos compatriotas, a diferencia de los emigrantes de otros países que sí cuentan con el apoyo de sus respectivos estados.
Si cuantificamos la pérdida de conocimiento, experiencia y saberes que hemos perdido, podremos concluir que lo estafado, derrochado y mal administrado en estos últimos años es inferior a la pérdida de talentos venezolanas que han abandonado el país.
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