El Parlament ha culminado el golpe de Estado en Catalunya

Carmen P. Flores

Parlament diputados republica catalana

Puigdemont y Forcadell, consellers y diputados tras proclamar la República Catalana


Finalmente se ha despejado la duda: ha sido el Parlament, en votación secreta, quien ha declarado la DUI . Teníamos la duda de si Puigdemont se iba a sacrificar, pero después de haber estado a punto- en un momento de sensatez- de inclinarse por la convocatoria de elecciones y presionado por su entorno beligerante, ha dejado en manos de la bancada independentista la decisión. Una decisión votada en secreto ¿Cobardía? Está claro que sí.


La imagen de la toma del Parlament por unos doscientos alcaldes independentistas… ¿No son los representantes de TODOS los ciudadanos? Ha sido realmente para echarse a llorar. Con la vara de mando como elemento intimidatorio -¿a quién?- han querido escenificar un acto de fuerza y desafío verdaderamente lamentable, poco democrático y con un cierto tufillo sectario.


El desafío a la democracia y el desprecio al Estado de Derecho son argumentos más que suficientes para que el mundo democrático rechace, así lo ha hecho, este golpe de Estado de la mitad del Parlament y del Gobierno de la Generalitat de Catalunya que han actuado de manera sectaria y despreciando a la mayoría de catalanes. ¿Legitimidad de qué, Puigdemont?


La reacción del Gobierno español y los partidos con sentido de Estado no se ha hecho esperar; aprobación de la aplicación del 155, Consejo de Ministros extraordinario, comparecencia del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para explicar las medidas: destitución del presidente, del vicepresidente, y de todo el gobierno golpista, disolución del Parlament y unas cuantas medidas más. En las próximas horas se irán conociendo como se va a llevar a cabo la implementación de las mismas. ¿Se resistirán a dejar los sillones los miembros del Gobierno y los parlamentarios secesionistas? ¿Motín institucional, desobediencia civil? Todo puede ser.


La convocatoria de elecciones para el día 21 de diciembre, es la demostración de que no se quiere mantener por un largo periodo de tiempo la intervención del Gobierno. Es una buena noticia, dentro de la desgracia que se está viviendo en Catalunya desde hace ya demasiado tiempo.


La campaña electoral acaba de empezar y la pregunta que se harán algunos es ¿Quiénes van a participar en las elecciones? ¿Los independentistas van a estar en ellas? ¿La CUP, que se ha salido con la suya -por poco tiempo- se va a tirar a las calles, por otra parte su lugar natural?


Que la decepción, y el sentirse engañado no se apoderen de las gentes que han creído a pies juntillas que la República Catalana que han tocado artificialmente durante unas pocas horas, se traduzcan en una expresión de rabia que se convierta en violencia social y callejera. Es la hora de la reflexión y de pensar que en esta situación no ha ganado nadie, más bien todos hemos perdido, por causa de unos dirigentes políticos incapaces, mentirosos y pirómanos que no han medido las consecuencias de sus acciones. Ahora toca restablecer la legalidad que sirve para proteger a todos los ciudadanos y hay que trabajar más que nunca para sacar a Catalunya de este pozo en el que ha caído.


Son tiempos complicados, pero seguro que entre todos se va a poder superar. No importa las veces que se caiga, sino las veces que uno es capaz de levantarse.

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