Después de ver la serie Marie Antoinette miré con otros ojos a esta niña que los espinosos caminos del poder la llevaron a ser reina.
Las creencias que tenía sobre ella fueron transformándose y descubrí su cuerpo más interno y emotivo.
Por la ventana de mi casa, el otoño me mostraba el viaje suave de las hojas amarillas mientras observaba, en la pantalla, la eterna primavera de los jardines de Versalles.
Me sentí cerca de María Antonieta aunque tan lejanas fueran nuestras vidas; esto siempre me maravilla, tocar la mano de otras mujeres atravesando las frágiles capas del tiempo.
La serie lleva una mirada que me une con cariño a esa niña de catorce años, emigrada de su tierra y enviada como regalo atractivo, fértil y sumiso a otra tierra que la esperaba así tal cual: un objeto de reproducción de la monarquía.
De Austria a Francia
Cumpliendo con la misión que te encargaron, calladita la boca, bajando la cabeza en las reverencias, doliéndote el corsé, y que nadie sepa si lloraste.
Frase digna, esta, de cuadrar en la vida de muchas mujeres, cualquiera sea su época y condición.
Busqué entonces, saber más sobre María Antonieta.
Y lo que hallé fue contundente:
Mujer frívola y voluble, reaccionaria y despilfarradora, de gustos opulentos y rodeada de una camarilla intrigante. Ejerció una fuerte influencia sobre su marido, el rey Luis XVI (al que nunca amó), ignoró la miseria del pueblo y, con su conducta licenciosa, contribuyó al fin de la monarquía.
La información abraza complacientemente a Luis XVI:
Hombre de buenas intenciones pero débil de carácter, poco interesado en los asuntos políticos, se dejó influenciar por su mujer, María Antonieta y por una camarilla de cortesanos.
Por eso me gusta la serie.
Porque la mira a ella con otros ojos.
Mira su ser silenciado y atrapado en una suntuosa jaula de oro.
Escucha la voz con la que ella se habla a sí misma.
Esa voz que le replica la voz de su madre: ¡No falles! O me habrás fallado a mí.
Una niña sola, entronizada reina, viviendo entre lujos y opulencias.
¿Qué se esperaba de ella?
Se ve que algo muy distinto que lo que se esperaba de él.
El afiche de la serie la muestra aterrizando en Versalles, llega en un planeo grácil pero la traen todos los vientos, se adivina una respiración contenida.
Catorce años y derechito a la cama, a buscar la continuidad de la monarquía con el heredero del trono, niño también, que con sus quince años tiene por lo menos, algo claro: no tendrá relaciones maritales con ella.
No quiere y no puede.
Cuando él decide resolver su problema, siete años después (un tajito certero y rápido que no duela) expresa que no lo hizo antes porque no estaba listo, aún.
Varones a los que se espera.
Mujeres que deben esperar, calladas.
María Antonieta festejó demasiado, sí, copiosamente.
Aunque, para decir las luces y las sombras, su hermoso vestuario y estilo de vida redituó enormes ganancias a la corte, Francia se convirtió en un faro de la moda y eso ingresó muchas monedas de oro a la monarquía.
Ella heredó exuberancias por todos lados y no fueron precisamente sus acciones las que llevaron al imperio a la ruina, que ya tenía un futuro dudoso antes de que ella llegara.
Las reinas y los reyes no tenían conciencia social ni una mirada sensible hacia su pueblo.
María Antonieta no fue la excepción.
Me suena tan cercano esto de demonizar a algunos, mujeres sobre todo, para salvar el pellejo de otros, con poder.
Sé que hay muchas María Antonieta sin ni perlas ni rubíes viviendo entre nosotros.
Niñas, casi.
Adultas, sí, también.
Aterrizando muy solas en realidades que no pudieron elegir.
Apretadas sin corsé, sin la humedad del amor, escuchando internas voces, voces como candados cerrados y la llave lejos, perdida en territorio de indiferencia.
La reina niña corría entre los laberintos de helechos de los jardines de Versalles.
Corría buscándose, quizás.
Bueno sería extender la mano, mirar a los ojos, ¡bienvenida!, a cualquier María Antonieta que veamos cerca de la salida.
*Marie Antoinette
Serie.
Creación y guión: Deborah Davis; dirección: PeteTravis y Geoffrey Enthoven.
Protagonista: Emilia Schule.
*Recomiendo especialmente la biografía de María Antonieta contenida en el libro Reinas malditas de Cristina Morató, editorial DeBolsillo.
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