En pleno inicio de vacaciones, la política sigue igual que siempre, no descansa, ni siquiera da un respiro que permita continuar soportando el desencuentro y la falta de responsabilidad de todos los partidos políticos. Si a eso añadimos la ola de calor que estamos padeciendo, este verano se presenta más calentito que de costumbre, aunque los que ya han empezado a disfrutar del merecido descanso se van a olvidar de las actuaciones de la llamada clase política, por suerte para ellos.
Los nuevos partidos políticos, que llegaron para cambiar todo, están sufriendo sendas crisis internas que ya les están empezando a pasar factura.
Podemos, desde hace ya más de un año, se está descomponiendo por la desorganización del partido que decía tomar las decisiones de abajo arriba y al poco tiempo cambió la estrategia. Quizás porque la pirámide se dio la vuelta empujada por la codicia y el autoritarismo de uno de sus mentores, Pablo Iglesias, el "liquidador" que ha sido capaz de cargarse a todos los compañeros que junto a él fundaron el partido que tanta ilusión y esperanza había generado en una parte de la sociedad, que se había quedado sin referentes políticos. A esa ambición de controlar el poder contribuyó -y de qué manera- su pareja, Irene, una "política" ambiciosa como él, sin experiencia, pero con ganas de protagonismo.
El dúo Iglesias-Montero ha conseguido, ellos dos solitos, rodeados de los muditos por el cargo, la mayor crisis vivida en la formación morada, con las consecuencias que se están viendo. El deseo de Montero por hacer ministro a Pablo Iglesias -algunos dicen que quiere ser vicepresidente- está aflorando, una vez más, en las ambiciones de la pareja de Galapagar, que sin darse cuenta está siendo vapuleada por un Pedro Sánchez que no les tiene ninguna confianza; vamos, que no se fía de ellos.
Ante este panorama, el líder podemita ha sentenciado que en esta primera sesión de investidura Pedro Sánchez no sería investido, no le darán apoyo. Es la venganza del que aspiraba a formar parte del Gobierno; lo había dicho públicamente y ahora se queda sin sillón en el Ejecutivo.
Mientras, el presidente en funciones, Pedro Sánchez, avisa de la convocatoria de nuevos comicios para después del verano. ¿Será posible? Hay unos meses por delante antes de tomar la última decisión sobre si hay nuevos comicios.
El problema de Podemos se llama Pablo Iglesias e Irene Montero. Para que la formación no se siga hundiendo y pueda recuperar la confianza y la credibilidad de los votantes inscritos, solo le queda una cosa: que la pareja deje el liderazgo del partido, que haya una revolución interna, que vuelvan los principios y los valores con los que nacieron; y si no es así, Podemos quedará reducido a la mínima expresión. Hace falta un cambio de dirigentes.
Comparto el diagnóstico y el tratamiento de choque propuesto, aunque no estamos ante una pareja alfa que sepa dimitir tras graves errores o estrepitosos fracasos, ni siquiera habiendo perdido a más de la mitad de la militancia por traicionar el proyecto original y cercenar la democracia interna del partido; más bien se escudan en encuestas bochornosas sin auditoría externa y en la lealtad interesada de obisPodemos que purgan a los disidentes mediante el viejo método de la calumnia seguida de presunción de culpabilidad y la suspensión o la expulsión, a menudo ilegales. Así se intentó hacer conmigo, que conseguí vencer el acoso acudiendo a los tribunales. He visto, en cambio, cómo se ha rendido, decepcionado o hartado demasiada gente a la que se le han vulnerado derechos fundamentales, que han desaparecido del partido al tiempo que a otros muchos se les ha borrado del mismo con métodos torticeros. La posibilidad de regenerar la formación también pasa por que dé un paso atrás, o sea relevada mediante procesos garantistas, la corte elegida a dedo que se reparte entre cargos con sueldo y puestos de aspirantes capaces de difamar a los críticos ocultando sus identidades con variopintos pseudónimos en los chats internos y en las redes sociales. Ya sólo quedan en PODEMOS los idealistas fieles al Código Ético y a la normativa interna, y quiénes están dispuestos a lo que sea con tal de que sus líderes incuestionables prevalezcan manteniendo así sus expectativas personales. Por supuesto, la Comisión de Garantías Democráticas con la que se sustituyó a la elegida en Vistalegre 2 seguirá escondiendo, si no haciendo desaparecer, decenas de miles de denuncias de las bases de PODEMOS a los cuadros, algunas presentadas hace más de tres o cuatro años, como la que cursé ante la falta de transparencia y graves incumplimientos de los Estatutos por parte del un secretario general y su séquito castellano-manchego que, más que dimitir, se ha fugado tras despedirse "a la francesa" través de la prensa, tras hundir el partido en el territorio, llevándose los secretos inconfesables de la contabilidad que han escondido desde 2015, las claves de las cuentas corrientes cuyos movimientos me impidieron ver siendo consejero ciudadano autonómico, y el inventario de los bienes comprados con dinero de la formación y cuya ubicación desconoce la militancia. La prepotencia, la chulería, el desprecio, la opacidad, la irregularidad y la ilegalidad, sobran en PODEMOS No sobra ni una persona, más bien faltan muchísimas, pero habría que resetear desde cero.
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