#25N, no gracias

Carme Freixa

Psicóloga y periodista

Carrmen Freixa

Cada 25 de noviembre las mujeres asistimos, e incluso colaboramos, a la ceremonia de lavado de cara del sistema respecto a la violencia estructural contra las mujeres.

Cada 25 de noviembre las mujeres asistimos, e incluso colaboramos, a la ceremonia de lavado de cara del sistema respecto a la violencia estructural contra las mujeres. Año tras año, durante una semana, incluso a lo largo de 15 o 20 días el sistema pone en marcha diferentes mecanismos de lavado y centrifugado para que, como en la Responsabilidad Social Corporativa todo siga igual. Así asistimos a una sobre abundancia de noticias respecto a cómo el sistema consiente diferentes y diversas medidas estructurales que perpetúan la cuota del 100% masculina en todos los estamentos, lo que permite a la masculinidad ser el epicentro de un sistema que promueve las desigualdades por razón de género en primer lugar. Desigualdades que no voy a repetir aquí porque, en mayor o menor medida, todas las mujeres las sufrimos y las sabemos. Luego está el centrifugado que consiste en decirnos a las mujeres de los países del primer mundo cómo de mal viven las mujeres de los países que el sistema explota por diferentes razones. Así podemos leer y oír cómo estas mujeres son traficadas, polucionadas, compradas y esclavizadas en diferentes versiones cotidianas para que en el primer mundo se pueda desde comprar ropa de lo más barata hasta que los puteros puedan tener juguetes de diferentes edades y nacionalidades para solaz de sus penes.

En cada pueblo y en cada ciudad se promueven las protestas de los movimientos feministas a los que se da la voz en esos días para que parezca que el sistema se preocupa por esa violencia endémica que promueve y consiente. Y lo peor de todo, a lo largo de la semana se repiten los actos institucionales donde vemos, en lo que podríamos calificar de la perfecta ceremonia de la confusión, a encubridores y beneficiarios del maltrato sistémico mostrarse cínicamente solidarios.

La responsabilidad social corporativa se inventó para que el sistema pudiera seguir esquilmando a las personas mientras se les dice y muestra con diferentes óbolos que empresas y gobiernos se preocupan por el bienestar y los derechos que les roban. El 25N, es la responsabilidad social corporativa del sistema patriarcal que sirve para que la violencia estructural del sistema contra las mujeres se perpetúe mientras vemos a encubridores del maltrato ocupar puestos en gobiernos y en partidos políticos. Y si piensan que ello no es posible en una ciudad del Vallés acabamos de asistir a esa ceremonia execrable de la presión sobre la mujer maltratada para que nada trascienda.

¿Seguro que debemos continuar celebrando el 25N?

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