El día 1 de diciembre se celebró el Día Internacional de la Lucha contra el Sida y pese a los años pasados hay aún un mensaje que nos hace silbar los oídos, y es que en los últimos años ha habido un aumento de los casos de contagio del VIH tanto en España como en Cataluña.
Actualmente estamos mucho más concienciados ante las ETS, cada vez hay más información disponible, así como métodos preventivos accesibles para todos. Hemos aprendido de lo ocurrido a finales del siglo XX con la propagación del VIH y aún así, todavía ocurren cada vez más casos de contagio.
Probablemente uno de los fenómenos sociales que promueven la propagación de enfermedades de transmisión sexual relacionado con las prácticas sexuales vinculadas a los espacios de ocio nocturnos. Donde la mezcla de sustancias que desinhiben con el ambiente festivo de las discotecas, rábanos y afters propicia una banalización de las relaciones sexuales de riesgo, la permisividad de las relaciones sin protección y el desmerecimiento de una negativa por parte de uno de los dos (o más) miembros de la relación sexual.
Una realidad que ocurre en todos los contextos es la percepción de la mujer consumidora, ya sea de alcohol o de otras sustancias, como si no tuviera límites, como más promiscuo que otros que no consumen y, por tanto, como además accesibles para tener relaciones sexuales esporádicas. Esto lo acompaña la publicidad y las campañas a favor de este fenómeno: las entradas libres, las consumiciones más económicas o incluso gratuitas, los carteles y flyers publicitando que habrá muchas mujeres y dispuestas, el propio personal contratado en el local debe ser atractivo sexualmente ... Esto perjudica al colectivo femenino, el cual debe asumir estrategias para no sentirse acosada como ir siempre acompañada, abandonar antes la fiesta o consumir menos alcohol para que perder la sensación de control y posiciona a la otro género como si fuera simplemente un depredador.
Desde Psicolabis, como profesionales que trabajamos en prevención de drogodependencias y conductas de riesgo, creemos en una remodelación del ocio nocturno basado en el respeto al género. En el ámbito institucional, las normativas municipales deben cuidar que no se promuevan actividades que desprecien una identidad sexual u otro, al igual que no se debe promocionar el consumo irresponsable de sustancias; los negocios de ocio deben apostar por una promoción de su local de calidad desvinculada de la explotación de un género u otro. Seguir con el modelo de los programas Noches Q, pues, donde ya se hace un importante trabajo de reducción de riesgos asociados al alcohol, y reforzar el enfoque hacia una perspectiva de género parece el paso lógico.
Entre iguales, rompemos con los tópicos de que las mujeres que consumen están más dispuestas a aceptar cualquier conducta sexual o que los hombres no pueden refrenar los impulsos sexuales, así como la mala tradición de comprar favores sexuales a cambio de consumiciones, estos y de otros gestos permitirán reducir los casos de relaciones sexuales no permitidas y que pueden suponer un arrepentimiento y un daño mayor a nivel psicológico y fisiológico. Tenemos que creer en que los propios usuarios de los espacios de ocio pueden formarse una opinión respecto a si un ambiente es protector y saludable para todos o si más bien promueve conductas de riesgo, pero para ello hay mucha promoción, sensibilización y conciencia de los datos estadísticos de los últimos años.
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