“Criadero de curas”: el anticlericalismo militante de finales del siglo XIX
Amarillo editora recupera este texto de Alejandro Sawa, un autor sevillano que vivió a caballo entre los siglos XIX y XX y que expresó literariamente el anticlericalismo porpio de su tiempo
Como reacción a una época en la que la influencia de la Iglesia católica era en España un factor absolutamente predominante, se produjo la emergencia de una corriente anticlerical que trataba de trastocar esta situación y que tuvo su reflejo en el quehacer de diversos pensadores y literatos. Amarillo editora, una pequeña editorial que trata de publicar obras de autores que el tiempo ha ido dejando en el olvido, recupera a un escritor sevillano llamado Alejandro Sawa (1862-1909) que, habiendo recibido educación en el Seminario de Málaga, se caracterizó por una vida bohemia y asendereada y por una actividad literaria en la que exteriorizó su profundo y militante anticlericalismo.
Buena prueba de ello es “Criadero de curas”, novela breve en la que relata la peripecia de un joven abulense originario de una familia muy devota que, tras el sucesivo fallecimiento de sus padres, ingresa interno, por mandato testamentario de estos, en el seminario conciliar de su ciudad con el fin de recibir educación y culminar su formación con la ordenación sacerdotal. Y ello sin poseer vocación alguna para el sacerdocio.
Sawa, escritor adscrito a la corriente naturalista de su tiempo, describe a su personaje como “grande, fuerte, poderoso, como hecho adrede para la lucha moderna” y “nacido en un mundo de fanatismos religiosos, en que ser comparado a un monigote de esos que la gente católica adora en los altares constituye, en asuntos de virtud o belleza, el premio de honor supremo y a Manolito lo comparaban las beatas con el Nilo Jesús; ya adolescente, que el santoral católico representa siempre cogido a la mano de su extraño padre, José de Nazareth. Ya veis, pues, que era hermoso”.
Innecesario es decir que la visión del centro formativo y de sus responsables (particularmente la del siniestro catedrático de latín) no puede ser más tenebrosa y ello da lugar a que el tal Manolito se rebele contra esta situación y huya en busca de una libertad, propósito en el que fracasa y que le condena a una reclusión fatal que permitirá a los responsables del seminario hacerse con el legado testamentario del desafortunado adolescente.
Habida cuenta de las sevicias padecidas por el alumnado de ciertos establecimientos religiosos y que, levantado todo tipo de reservas, el tiempo ha ido revelando a lo largo de los últimos decenios, la verdad es que pese a la militancia anticlerical de Sawa, su relato se queda muy corto, ya que no va más allá de la descripción de un trato autoritario, de la crítica de una educación formalista y carente de sentido crítico y de la voracidad crematística de los religiosos, lo cual, acaso para su tiempo, fue suficiente piedra de escándalo. Algo que el autor expresa con tono deslenguado e incluso procaz, al punto de que califica a Teresa de Ávila de “histérica”, algo que con seguridad los coterráneos de la santa no leerían con complacencia.
Publicado “Criadero de curas” en nuestro tiempo, cuando el papel de la Iglesia es contemplado con una perspectiva si bien crítica mucho menos militante, y sobre todo con un lenguaje más atemperado, este tipo de fobias han perdido virulencia, por lo que esta obra puede ser leída como un curioso testimonio de una forma de anticlericalismo cuyo interés radica precisamente en la cierta ranciedad subyacente.
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