Relación Colombia-Venezuela: Petro en su laberinto

Alex Fergusson
Ecólogo. Negociador. Profesor-Investigador. Universidad Central de Venezuela. Columnista del diario El Nacional.

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Petro @ep

 

Para Petro, el primer presidente de izquierda de Colombia, luego de casi un año de gobierno sin logro alguno, es muy importante no seguir con las manos vacías.

 

Su primer interés, entonces, era venderse al mundo como un presidente prodemocrático, promotor del diálogo y la civilidad (quizás en un intento de limpiar su oscuro pasado guerrillero y su activa participación en la masacre del Palacio de Justicia) pero, principalmente, lograr mantener una buena relación con el gobierno venezolano, pues su mayor problema interno es la situación con los grupos armados irregulares que antes eran las guerrillas y que ahora son bandas de depredadores y narcotraficantes. 

 

Para comprender la importancia de esta relación, debo decir que estos grupos irregulares tienen cerca del 60% de sus efectivos haciendo vida y negocios en los Estados fronterizos con Venezuela, y cuentan con la anuencia y el amparo de nuestro gobierno.

 

Así, el presidente colombiano ha transmitido la idea de querer apoyar el retorno de Venezuela a la democracia mediante su regreso o ratificación de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y su reincorporación a la Comunidad Andina de Naciones y a la OEA, cosas que no han ocurrido, y a raíz de lo ocurrido en la Cumbre brasilera, parece que no ocurrirán.

 

No en vano, el discurso internacional del gobierno de Petro, aunque con frecuencia ambiguo, tuvo siempre la consiga "más democracia, cero sanciones", y como propósito, vender al régimen de Maduro con otra imagen.

 

Pero al final pareciera que todo se reduce a tener una relación fluida con Miraflores para lograr avances en sus negociaciones con los grupos guerrilleros y su único y principal “proyecto de Paz Total”, ahora fracasado estruendosamente. 

 

Sin embargo, también ha habido interés por resolver el tema de la empresa Monómeros, así como abordar lo referente a la seguridad fronteriza, el impacto de la migración y las trabas de comercio bilateral, tan importantes para Colombia.

 

Pero su intento de actuar como mediador autoproclamado en el diálogo sobre Venezuela, no terminó bien, pues la respuesta de la genuina oposición venezolana y de sus aliados, ha sido advertir que se mantendrán las sanciones hasta que se vean "pasos concretos" hacia una democratización e insisten, en que su objetivo son elecciones "libres y justas".

 

Por su parte, el gobierno venezolano sigue supeditando el diálogo al levantamiento de sanciones, a que le entreguen el dinero confiscado a los corruptos, a que le entreguen el control de los bienes nacionales en el exterior, a que liberen a Alex Saab y ahora agrega la exigencia de la eliminación del expediente de la CPI por sus crímenes de lesa humanidad. "No aceptamos menos de esa conferencia de Bogotá que el levantamiento de todas las sanciones para que Venezuela tenga la libertad comercial, la libertad financiera, la libertad económica de su actividad normal", ha dicho.

 

Pero, además, en recientes declaraciones el presidente Maduro le cerró la puerta en las narices a Petro con su rotunda negativa a regresar a la OEA e integrarse al Sistema Interamericano de Derechos Humanos: “Nos fuimos para siempre y no pensamos volver a la OEA

 

Esta política le ha dado buenos resultados pues con ella logró los beneficios de la flexibilización de las sanciones con la autorización de los EE.UU. a Chevron para extraer y vender petróleo venezolano y el canje de prisioneros el año pasado que liberó a los sobrinos del presidente maduro, acusados de narcotráfico, sin tener que dar nada a cambio. 

 

Los presos políticos siguen presos, las muertes por tortura continúan junto con la persecución y amedrentamiento de periodistas, opositores o disidentes. 

 

Tampoco hay ningún avance que facilite el proceso electoral y la crisis económica sigue campante y se agrava cada día.

 

Ahora está claro que los países participantes en la supuesta “cumbre”, enfrentan la percepción general de haber sido parte de un proceso que intentó legitimar y darle aliento a un gobierno autoritario, corrupto, represivo y violador de los derechos humanos, al permitirle seguir utilizando este tipo de encuentros para dilatar la transición a la democracia y ganar tiempo y terreno político en el ámbito internacional.

 

Para el presidente Petro el evento resultó un desastre político de tal magnitud, que influyó en la implementación de una reforma total de su gabinete y en un cambio de política interna, con un peligroso viraje a una radicalidad izquierdista y a la amenaza con una “guerra civil” si no se complacen sus llamados programas sociales. 

 

Petro olvida que la sociedad colombiana todavía paga las terribles consecuencias de la guerra civil que comenzó en 1948 con el asesinato de Gaitán, y que aún está viva, pues el conflicto con el ELN, las FARC, los grupos criminales disidentes y del narcotráfico, continúa. 

 

El fracaso de su proyecto de “Paz Total” provocó una declaración de los líderes guerrilleros donde amenazan con hacer realidad la continuidad de la guerra que el pueblo colombiano tanto teme.

 

Tal es su desesperación, que cometió el grave error de arremeter contra el Fiscal General de la República, desconociendo la independencia de poderes consagrada en la Constitución colombiana y dando un paso adelante en su proceso de declinación hacia el autoritarismo. 

 

Así pues, el presidente Petro sigue atrapado en su laberinto, y cada vez está más lejos de avanzar hacia un futuro de paz, democracia y prosperidad para Colombia, pues lo que parece es que está regresando al pasado que todavía pesa sobre sus hombros. 

 

El escándalo reciente que condujo a la renuncia de su Jefa de Gabinete y a la destitución de su embajador en Venezuela, constituye un terrible evento en el camino hacia el desastre que constituye su gobierno.

 

Mientras tanto, como consecuencia de sus fracasos, su gobierno pierde fuerza y junto con ella, casi todos los apoyos que tenía en el Congreso colombiano, junto con las esperanzas del pueblo colombiano en un futuro mejor con Petro.


 

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