Se veía venir hace ya tiempo, aunque públicamente las dos formaciones que constituyen el gobierno de la Generalitat guardaran las formas. Ahora, ya no ocultan sus discrepancias y ERC da por rota la confianza entre ambos grupos: Juntsx Catalunya y ERC después de las acusaciones del apéndice de Puigdemont, Eduard Pujol, que ha criticado duramente a su socio de gobierno, al que le preguntaba si apoyaban a los presos políticos o preferían blanquear al PSC. Afirmación que ha enfadado de lo lindo al partido republicano.
La polémica, como casi siempre, viene promovida por el propio Puigdemont. Primero por su huída a Bruselas acompañado por varios exconsellers, para ponerse a buen recaudo, con plena libertad para seguir haciendo su campaña política personal, controlando desde la distancia al presidente Quim Torra, elegido por él. Que en el poco tiempo que lleva en el cargo ya ha realizado varias peregrinaciones para consultarle al "santo" lo que debe hacer o no y de paso recibir su bendición.
Alemania se ha convertido ahora, en un lugar sagrado de peregrinación independentista y de consulta permanente sobre la estrategia a seguir con el gobierno de España que preside el socialista Pedro Sánchez. Él es el santón de las esencias del independentismo, el auténtico, el genuino.
Los dirigentes de ERC le echan en cara al huido que Junqueras esté en la cárcel y el predicando en terreno abonado. Tampoco aprueban la estrategia de confrontación que instiga Puigdemont y sus acólitos, más propia de la CUP que de un partido serio, con sentido de país. No están de acuerdo con los planteamientos diarios de lanzar órdagos contra el gobierno socialista. La desobediencia constante no lleva ninguna parte, o mejor dicho a la confrontación, al enfrentamiento, a la fractura social y al empobrecimiento del país que dice amar. No se puede estar en misa y repicando. No se puede reclamar dialogo y a la vez dinamitarlo, que es lo que hace el líder de JuntsxCatalunya.
Los republicanos no quieren, ni aceptan que Puigdemont tenga un trato preferente con respeto al resto de políticos impuntados. ¿Donde está la solidaridad? El expresident tiene que dar un paso al lado. En las "batallas" en ocasiones se gana y en otras se pierde. Cuando sucede esto último es más valiente reconocerlo y dejar paso a otros para que busquen la mejor solución. Su vanidad es tan grande como su insensatez y se aprecia cada día.
La penúltima jugada de Puigdemont ha sido esta misma semana, cuando, vía plasma invitaba a todos los independentistas a sumarse a su proyecto de nuevo “partido” político, la Crida Nacional, camuflado de plataforma -la segunda o tercera refundación de CDC- que por su puesto, como no podía ser de otra manera, lideraría él mismo: el káiser de Catalunya. Los republicanos no se han querido prestar a su propuesta, ni quieren oir hablar de formar una sola candidatura. Lo llevan sufriendo hace ya unos cuantos años, demasiados, y no están dispuestos a seguir aguantando sus pretensiones. ERC lleva ya demasiado tiempo tragando sapos, y al final, alguno se le ha atragantado, se han platando y van a dejar a otros que se los traguen.
Con este panorama, la inestabilidad en las dos instituciones más importantes de Catalunya: la Generalitat y el Parlament está servido. ¿Nuevas elecciones en otoño? Decía el presidente Sánchez que hay que dejar votar a los ciudadanos de Catalunya, ¿se refería a eso? Todo es posible, y nada es desechable, aunque lo más conveniente sería que se pongan ya a trabajar de una vez, porque el país lo necesita.
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