Algo se está cocinando en la política española y Catalunya no es ajena a ello. ¿Moneda de cambio? Trueque. La permuta es una operación normal, no es de ahora sino de toda la vida, pero no se ha intentado cambiar, no interesa. En algunas épocas se encubrían más, ahora no se esconden, ni disimula. Estamos en una etapa en la que a los políticos les falta talla, no física. "La política es el arte de disfrazar de interés general el interés particular", afirmaba Edmond Thiaudiére, escritor y filosofo francés.
Pedro Sánchez está desojando la margarita con la más que posible no aprobación de los presupuestos: convoco o no convoco las elecciones. Un día amenaza con hacerlas, otro dice lo contrario. Los partidos independentistas ya han dicho públicamente que no los votará. Podemos, o mejor dicho, Pablo Iglesias, el aspirante a Maquiavelo, da una de cal y otra de arena; es su momento estelar, el protagonista de la película, no está dispuesto a perder el papel de su vida.
La verdad es que a ninguno de los partidos de la izquierda e independentistas les convienen nuevos comicios, aunque fuerzan la máquina hasta límites peligrosos.
Este martes, en momentos diferentes, ERC y Podemos han dado un paso más y han mostrado cuáles son sus intenciones, casualmente coincidentes: aprobar los Presupuestos Generales del Estado con la promesa de que el PSC vote a favor de los presupuestos de la Generalitat y del Ayuntamiento de Barcelona, una operación arriesgada para los socialistas. Es una fórmula, dicen, que ERC puede vender bien a sus militantes y votantes, ante el posible voto favorable a los presupuestos de Sánchez. Es el trueque clásico: tú me votas en esto y yo en lo otro. Así, los tres partidos salen ganando y, de paso, sellan un pacto en España y en Catalunya, con apoyos posibles en los futuros gobiernos municipales, y la constitución de un tripartito en la Generalitat de Catalunya como se produjo en los gobiernos de Maragall y Montilla, donde los republicanos causantes de más de una crisis no sufrieron desgaste y sí el PSC, aunque se dice que ERC ha aprendido de los errores del pasado. Las dificultades estarían, en esta ocasión, con los de Colau e Iglesias, que son los que podrían crear más problemas por su falta de experiencia, su cambio de criterio y su tic autoritario.
La pregunta es ¿está dispuesto Pedro Sánchez al trueque? Dicen que sí, con tal de seguir gobernando, aunque los líderes territoriales del PSOE no estén de acuerdo con el plan. ¿Le interesa al PSC el pacto? A Miquel Iceta, sí, aunque ya hay voces contrarias dentro de su partido que no quieren oír hablar de un tripartito.
Como en las novelas, esta historia va por capítulos, pese a que el ciudadano está hasta el moño de lo que está sucediendo y, como decía George C.Lichtenberg, "cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto". Eso también puede suceder.
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