Tímido, luchador y honrado, Joan Ferran es un jubilado que, por fortuna, sigue hablando en voz alta y escribiendo con lucidez. 'Desde la aspillera' (Ed. Hildy) es su último libro: breve y jugoso, está compuesto por saetas políticas lanzadas desde una de las aberturas estrechas y profundas de su torreón particular. Parte de la omnímoda voracidad de los nacionalistas en todo cuanto tocan y que, desde el poder, no cejan en ideologizar y distorsionar la historia. Y rememora el decir de Joan Peiró: "la tétrica sombra del nacionalismo que jamás ha dejado de conjugar con el sentido reaccionario de la vida política de los pueblos". O de Lenin: "No me pintéis el nacionalismo de rojo". Joan conoce de sobras las prebendas que permiten la subsistencia de las burocracias sindicales, las cuales corresponden con benevolencia al favor de la Administración, y con una actividad reivindicativa razonable.
¿Qué desea Joan Ferran?: Una Catalunya "armónica y alejada de enfrentamientos tanto lingüísticos como identitarios o étnicos". Con un proyecto integrador "basado en la pluralidad, los derechos sociales y la justicia más allá de las trampas que ha tendido el nacionalismo para conseguir la perpetuación de sus élites e intereses económicos y políticos". Hay que saber responder a las milongas de papanatas, tibios, 'pijoprogres' y aprovechados. Así, en ningún país europeo deja de tener graves consecuencias penales el arengar a una muchedumbre (megáfono en mano y encaramado sobre un coche de la policía destrozado) para que cerque, insulte y vilipendie a las fuerzas de seguridad del Estado (y a sus empleados judiciales).
Es importante desenmascarar el provecho del transfuguismo, en especial de los individuos que se parapetan en la retórica de una ‘república talismán’ que contradice los valores republicanos. Se desprecia el sentido de la igualdad y la fraternidad, y se evidencia disgusto por la libertad de todos los ciudadanos. Son imprescindibles el juego limpio y el respeto personal. Es fundamental asimismo la adhesión al Derecho. Y son impensables las listas negras, al estilo neonazi, de comercios no adictos al Régimen; como algunos postulan y practican aquí.
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