​Cadalso y los eruditos a la violeta

Miquel Escudero

José Cadalso fue un militar de alta graduación que nació en Cádiz en 1741 y murió junto al peñón de Gibraltar en 1782. Lo traigo aquí como escritor satírico que buscaba mover y conmover los corazones. En 1789, de forma póstuma, un diario fue publicando por entregas sus 'Cartas marruecas', que luego serían traducidas al francés y al inglés. Se trata de su obra más famosa, orientada a promover una España mejor, más culta y más inteligente. Para ello, hay que ir a lo sustancial, alejándose de las apariencias y de la 'epidemia de la imitación', por la cual "los hombres se sujetan a pensar por el entendimiento de otros, y no cada uno por el suyo". El objetivo es ser 'hombres de bien', y entre serlo y no serlo no hay término medio. Y se recomienda "vivir contento; esparcir alegría entre tus amigos; participar sus pesadumbres, para aliviarles el peso de ellas".


En 1772, Cadalso había publicado con gran éxito de público 'Eruditos a la violeta', un curso jovial y jocoso. Como ilustrado, partía de que era imposible cambiar completamente la sociedad y no creía que la ciencia lo fuese a solucionar todo. Pero los violetos o falsos eruditos fracasan cuando tienen que luchar con personas serias. 


Estos falsos eruditos son hombres vanos y locuaces con 'exterior de sabio'; sabiendo poco, aparentan mucha ciencia. 


Esto ha ocurrido en todas las eras y en todos los lugares del mundo: antes no se podía ser sabio "sin esconderse de las gentes, tomar mucho tabaco, tener mal genio, hablar poco y siempre con voces facultativas, aun en las materias más familiares", ahora se cree que sólo hace falta "entender el francés medianamente, frecuentar las diversiones públicas, murmurar de la antigüedad y afectar ligereza en las materias más profundas". Y es que "los siglos son como los hombres: pasan fácilmente de un extremo a otro. Pocas veces se fijan en el virtuoso medio".


Laura levanta la mano y dice que también aquí y ahora hay profesores, no sólo políticos, que se dan mucha importancia y saben muy poco de valor real. Yo callo un momento y concluyo con un párrafo muy actual de Cadalso que llama a la mesura: "Conocerás el peligro que hay en hablar de un país extranjero sin haberlo visto, aun cuando se posea un gran talento, un sólido juicio, una profunda erudición y un carácter respetable en las repúblicas política y literaria". 

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