​Oriol Pujol, un preso “reinsertado” en un tiempo record

Carmen P. Flores

Mucho se habla de la justicia,  los jueces, de algunas decisiones incomprensibles para la mayoría de las personas, que piensan que la justicia no es igual para todos. La realidad no es que esta sea mala, es la aplicación que de ella hacen los jueces lo que provoca una creciente desconfianza. Decía Platón con mucha razón y sentido práctico que “la justicia no es otra que la conveniencia del más fuerte”. Muchas sentencias así lo confirman.


La todopoderosa familia Pujol -la que hacía y deshacía a su antojo en Catalunya, como si fuera propiedad suya- ha sido desenmascarada en los últimos años, tras los más que posibles casos de corrupción -algunas de las acusaciones siguen en los juzgados pendientes de juicios- y a la espera de que los “cabecillas” de la trama entre en prisión si se demuestra con “pruebas” la corrupción de la que están acusados. El único que tiene sentencia firme, después de llegar a un acuerdo con la fiscalía, es Oriol, el que estaba destinado a llevar a Catalunya a la independencia, con el objetivo de seguir manejando mejor los negocios del clan, sin la intervención de las leyes y la justicia española. Vamos, campar a su anchas vendiendo la moto de una vida mejor para la ciudadanía.


Oriol Pujol


Pues bien, después del acuerdo con la fiscalía, a Oriol solo le cayeron dos años y medio de cárcel por el cobro de comisiones en el caso de la ITV. Ingresó en la prisión de Brians .Cuando solo llevaba dos meses, la Generalitat le concedió el tercer grado, sin el consentimiento de la jueza de vigilancia penitenciaria, que es preceptivo para la aplicación del grado. La reacción fue inmediata. La fiscalía también se opuso al tercer grado.


Oriol Pujol volvió a prisión, pero el Departamento de Justicia le concedió un permiso, valiéndose de un artículo del reglamento penitenciario para salir a diario a trabajar y realizar “prestaciones” sociales.


Pasados unos meses, tanto la jueza de vigilancia como la Audiencia de Barcelona avalan la decisión de la Generalitat de conceder el tercer grado. La fiscalía no está de acuerdo con las medidas…


Los jueces de la sala justifican su decisión por la reinserción del “preso” y añaden que Oriol Pujol “tiene interiorizados valores pro sociales”, reconoce los hechos y muestra “arrepentimiento” y su integración social. Buen comportamiento y cuenta con un empleo como agente comercial en diferentes empresas. Vamos, que Oriol Pujol es un modelo a seguir para el resto de presos, que ven bastantes de ellos como hay una doble vara de medir tanto de la junta de valoración -en muchos casos tardan un año en conceder permisos y en este caso que nos ocupa la rapidez es alucinante-, como de la juez de vigilancia penitenciaria, que ha variado su actitud y de la Audiencia de Barcelona, que afirma que “ya han pasado siete años desde que cometió los hechos, que pagó una multa de 76.000 euros y que en la cárcel ha seguido el tratamiento para la prevención de los delitos de tráfico de influencias o cohecho”. Suponemos que los cursos también los realizan más del 90% de los reclusos con resultados muy “diferente” a los conseguidos por el ilustre Oriol Pujol, cuyo apellido abre muchas puertas.


Después de las argumentaciones, está comprobado que Oriol Pujol -que solo ha estado dos meses en prisión- es un lumbreras y un ejemplo a seguir por todos los presos que continúan en sus recintos penitenciarios, que llevan tiempo en ellos, que solicitan el tercer grado y ven que pasan meses y no se lo conceden.


Como modelo de reinserción social exprés, a Oriol Pujol lo deberían utilizar para dar conferencias por Catalunya, España y el mundo mundial para explicar su fórmula de cómo conseguir el tercer grado en tan solo dos meses.


Las familias que tienen algún miembro encarcelado deben de estar contentas con la junta de evaluación, la institución, los jueces implicados y hasta el gato que está atento para cazar al ratón que pasaba por los tejados. Decía Isaac Asimov que “las personas que no esperan la justicia, no tienen que sufrir la decepción”. Creo que sobra cualquier comentario.

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