Venezuela: La otra cara de la crisis

Alex Fergusson
Ecólogo. Negociador. Profesor-Investigador. Universidad Central de Venezuela. Columnista del diario El Nacional.

Como todos saben, Venezuela se encuentra, desde hace varios años,  sumergida en un "mar de calamidades" que ha venido evolucionando dramática y ahora trágicamente. Lo que está ocurriendo, en síntesis, es esto:


EN LO ECONÓMICO


La crisis hiper-inflacionaria alcanzó el estatus de "la más alta en la historia del mundo". El Bolívar ya se ha devaluado 10 millones de veces, la inflación alcanza valores anualizados de 25.000 % y se estima que será de 200.000 % a finales del año. El comercio ha dolarizado los precios siguiendo la pauta del mercado negro pero la escasez ya alcanza valores de 80 %. A esto se agrega el hecho de que el circulante en efectivo solo representa menos del 2 % de lo que se requiere, por lo cual la mayor parte de las transacciones se hacen por transferencias bancarias o por vía electrónica, gracias a los bancos que aún quedan.


Además, la estruendosa caída de la producción petrolera debido a la corrupción y a las decisiones oficiales, así como la destrucción del aparato productivo agrícola e industrial, unido a la disminución de la capacidad de maniobra del gobierno, han colocado nuestra economía en un curso de franca e irreversible colisión.


EN LO SOCIAL


Continúa el creciente deterioro de los servicios públicos, especialmente el agua potable, la electricidad, el transporte público y la internet. También se ha destacado el notable aumento de la delincuencia. El robo de partes de automóviles y motocicletas, de teléfonos celulares y comida se ha recrudecido. Así mismo, el número de robos a mano armada en viviendas e instituciones como las universidades y empresas. Pero, sin duda alguna, la crisis más grave se expresa en el área de la salud, con un incremento notable de casos de morbilidad y mortalidad por diversas enfermedades que afecta, especialmente, a mujeres, niños y ancianos, unida a la escasez de medicamentos o sus precios impagables.


EN LO POLÍTICO


El desmantelamiento de la diligencia opositora constituye el elemento más notable, aunque hay que señalar los primeros signos de autogestión del pueblo en su lucha. No obstante, las tensiones entre los grupos gobernantes se han hecho obvias y los pleitos están a la orden del día, lo cual ha reforzado la percepción que tenemos de su talante patológico.


EN LO INTERNACIONAL


El incremento de las sanciones ha hecho mella en la coherencia interna del gobierno venezolano, e incrementado los conflictos, al tiempo que las decisiones de los organismos internacionales y de la OPEP han hecho su contribución a la debacle interna. Ahora se agrega la deliberada confrontación política y las amenazas armadas, con Colombia.


Pero, como si esto fuera poco, un nuevo elemento se ha hecho presente como componente de la crisis que vivimos.


Se trata de la aparición en amplios sectores de la población, de evidencias contundentes del denominado 'Síndrome del Quemado' (Burnout) el cual se expresa en una sensación personal de haber fallado, de estar desgastado o de sentirse exhausto, debido a la percepción de enfrentar demandas excesivas de energía, atención, fuerza y recursos.


A primera vista esta situación podría atribuirse al estrés crónico que produce la crisis económica o social, tal como han señalado los expertos con relación al estrés laboral; pero cuando se mira en retrospectiva, podría pensarse que es uno de los productos esperados de la aplicación sistemática –que lleva más de 10 años- de una política de "quiebre" de la voluntad individual y colectiva, con propósitos de lograr sumisión y control por parte del gobierno.


De ser cierto  -y aunque parezca extraída de 'El Príncipe' de Maquiavelo-  la hipótesis de trabajo de ese macabro plan, sería:


Si... podemos crearle a la gente una situación tal de desesperanza y dependencia, de incapacidad para administrar su presente y su futuro, que conduzca a un estado de agotamiento físico, emocional o mental y de resignación, que tenga consecuencias sobre su autoestima, y que por medio de un proceso paulatino, las personas vayan  perdiendo el interés en sus tareas, el sentido de responsabilidad, entren en crisis de ansiedad, caigan en depresión o diga “ya no puedo más”

Entonces…  podremos ejercer control sobre ella, mantenerlas sumisas y dependientes, para avanzar a paso de vencedores en la refundación de la república para nosotros y en la creación de “hombre nuevo” socialista, patria o muerte y cooperante.  


Se trata, entonces de un proceso psicótico de despersonalización, de auto descalificación y de creación de impotencia, para que la gente solo se ocupe de sobrevivir. Solo así podría explicarse la incomprensible inacción del gobierno frente a la crisis económica, social y política.


Si los que han alertado sobre este "síndrome del quemado" tienen razón, entonces  no podemos evaluar la situación actual más que como "un avance hacia un genocidio calculado".


¡El gobierno nos ha declarado la guerra!


Mientras tanto, la gente sufre y padece, pero también se organiza y lucha.


¡Amanecerá y veremos!

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