Hay personas de todas las profesiones que les gusta estar en primera línea de todo: ser la estrella que brilla siempre por encima del resto de los humanos. En política es más evidente gracias a los medios de comunicación. Uno de esos políticos camaleónicos , Toni Comín, ahora hombre de confianza de Puigdemont en Bruselas y antaño niño protegido y mimado por la familia Maragall.
Hacía algún tiempo que el exconseller huido no era noticia, lo que se deduce que estaba nervioso. Por ello, días antes de la sentencia de los políticos presos y para meter cuchara en la precampaña electoral, ha reaparecido en una entrevista en la que llama a la gente a no acudir a trabajar porque Catalunya debe buscar el desgaste económico del Estado. Lo ha dicho y se ha quedado mirando a sus amigos de Nueva Alianza Flamenca, compañeros de Vox en el grupo de Conservadores y Reformistas en el Parlamento Europeo, donde están encantados de la vida.
Comín argumenta en ese mensaje de boicot al trabajo que “Catalunya sigue siendo una de las locomotoras de España” y si la locomotora se para, la economía española tienen problemas. Comín sigue manipulando y se olvida de que Madrid se ha convertido en los últimos tiempos en una de las ciudades más atractivas para los inversores extranjeros. Mientras que se prevé un crecimiento del 2,2 %, solo cinco autonomías lo harán por encima de estas previsiones: Madrid, Cantabria, Navarra, Castilla-La Mancha y Galicia, mientras que Catalunya se quedará con un 2,1%. Comín no reconoce que Catalunya es un vagón más, no la locomotora.
Con la marcha de más de 5.000 empresas y las perspectivas económicas, lo que pretende Comín es hundir más a la Catalunya que dice defender... Nadie con un mínimo de raciocinio incitaría a los trabajadores/as a jugarse su puesto de trabajo porque él se lo pide desde su cómodo lugar, donde se dedica a lanzar proclamas como un ideólogo cualquiera. Se olvida además de que ir contra la economía española significa ir también contra la economía de Catalunya. Claro que la petición la hace desde la ciudad en la que vive tranquilamente a costa de no sé quiénes. ¿Quién paga su estancia ahí? ¿El fondo de la ANC?
La confrontación con el Estado debe ser un proceso sostenido, es decir, manifestaciones un día sí y otro también, puntualiza. Reconoce que esto tendría un coste económico, pero viene a decir que “el precio de la independencia lo pone el Estado”. Y ya el remate de sus declaraciones es la crítica que hace a ERC, partido que lo hizo conseller -nunca lo había imaginado que llegaría ahí- porque la formación republicana reconoce que al 1-O le faltó legitimidad interna... Decía el psicólogo estadounidense David Seabury que “Ningún hombre va a trabajar para intereses que no sean los suyos”. Esa filosofía es la que aplica siempre Toni Comín, el camaleónico político.
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