Como diría el poeta: "El momento siguiente llega tan deprisa que resulta difícil vivir en el presente". Irrefutable: ahora y siempre vivimos en un presente como antes del antes la humanidad siempre ha vivido involucrada.
Tiempo verbal camino del infinitivo. Ahora estamos. Ahora entramos. Ahora es tiempo de cerezas. Tiempo de la fruta madura que los pájaros libremente picotean de los árboles efervescentes. Ley de vida: los humanos confinados y las aves revoloteando en busca de la comida cotidiana.
Bueno, tiempo de suplicio entre cuatro paredes. Suerte de quienes tienen un balcón para airearse, que de ellos será el paraíso en la rendija vital.
¿A dónde nos conduce tanta palabrería de filósofo de mercadillo? ¿Cuál es la dirección fiable del comportamiento individual ante la tragedia? Palabras, sí; hechos, también. Literatura, sí. Acción, sí; reacción, también. Movernos. Movimiento. Ir y volver. Vivir y ver. Enfermedad y remedio. Paciencia y comportamiento. A dos metros del rostro amigable, a mil años de los recuerdos que se han borrado. Sí, presente. Sí, futuro. Cómo podemos jugar con dados ganadores? Cómo removerlos para que caigan del lado óptimo? Remar entrelazados por aguas revueltas es de salvamento improbable.
Me paro. Pienso. Busco el amor y, al mismo tiempo, el humor. Entre cuatro paredes y un balcón, el sol y el aire activan las neuronas. Pienso. Pensamos todos juntos lo que quedará de la pandemia.
A la manera de Pere Quart: "Tot és provisional, aproximat i relatiu". Hablamos de la relatividad de la memoria de nuestros padres y abuelos cuando solían decirnos: "Esto ocurrió antes de la guerra". O bien: "Antes de la guerra malvivíamos con sueldos miserables". De lo contrario: "Los jóvenes no sabe exactamente lo que era el racionamiento de la posguerra". Siglo XX marcado por el escenario de lo que había sido el realismo brutal del antes-de-la-guerra. Y todo el mundo sabía de que hablábamos. Pandemia de vencedores y vencidos. Oscuridad. Boca silente. No fuera el caso.
Historias para olvidar. Pero, ¿qué pasará en el momento siguiente de la irrefutable ahora? Dicen los sociólogos: estadística demoledora de violencia doméstica; aumento exponencial de los divorcios por convivencia confinada; presunción de una natalidad, baby boom, superlativa igual que la de Catalunya en 1940 o la famosa del corte de corriente eléctrica de N.Y. Pasará que sobreviviremos con boca y nariz tapados. Encapuchados por no expulsar virus, como antes vomitábamos lenguaje majadero contra el prójimo. Estética facial cerrada con llave y cerrojo para ocultar la vergüenza de lo que no nos atrevemos a decir o no osamos callar. Quietos. Enclaustrada la faz, muerta la palabra. Enmascarados in eternum, eremita rodeado de riqueza y pobreza, a la vez. Contradictorio. Tiempo verbal imperfecto. Las cerezas que no restos quebradas llenan de dolor la garganta amurallada. Orejas de apoyo para la goma del sujetador facial. Sólo escuchar y callar.
Cuando hemos querido cambiar el sonoro "antes de la guerra", para otras fechas históricas (histriónicas) nos hemos sumergido con hechos irrefutables como: "Antes de la olimpiada de Barcelona, ¿verdad?"; "Antes de la bomba de Hipercor, ¿verdad? "Antes del 23F, ¿verdad? Y cortos de entendederas como somos, ya perdemos la noción del año, como un día sin puede borrar el atentado de la Rambla, o si el 1-O fue en 2017 o en 2018.
Aproximado y relativo, todo. Pero hemos tenido la gran desdicha, que la pandemia nos ha caído, nos ha brotado del infierno de los coronavirus. en 2020. Los limpios y biznietos ya tendrán un referente histórico para explicar el primer día que huyeron, por piernas, por la calle después de 44 días cerrados. Ellos, ellas, tendrán la costumbre de decir: "Nací unos años antes de la pandemia; sí, de cuando murió el abuelo Ciset". Y los que la escuchen sabrán que era en 2020, año redondo.
Sin embargo, y como dice el amigo Miquel: "Vale más un lápiz corto que una memoria larga". Por lo tanto, anote los hechos cotidianos por la monitorización relativo de la memoria. Y cuando el neto quiera comprar un piso, recuerde cómo mucha gente, pobre o no, sufrió en 2020 con esta recomendación sensata: "Treballa des de casa telemàticament i mira que el pis tingui un balcó de dos metres de llarg per u i mig d’ample. Per ventilar-te i respirar quan arribi el Covid-39; per cantar, per i aplaudir als metges i infermeres".
Y es que no triunfa aquel que no cae nunca, sino aquel que cuando cae, se levanta.
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