Saliendo del Covid 19 la fase salvadora es el uso y no el abuso

Pere Font i Grasa

No me gusta lo que estoy viendo. No comulgo con los pesimistas como tampoco con los optimistas. La situación nos lleva a un gris camino del negro. De salir, no creo que hayamos salido invictos de ninguna batalla. La guerra será eterna. No se adivina un camino abierto. No se vislumbra una salida feliz. Como máximo: se intuye. Hay que seguir luchando. No nos podemos dormir. El descanso del guerrero es imposible. Vendrán días peores; y a lo lejos, jornadas mejores. No es el caos, pero se le parece.


Ambulancia del SEM


No me gusta que le digan "nueva normalidad"; quizá mejor: "normalidad recuperada". Sí que me satisface comprobar el esfuerzo de miles y miles de científicos buscando la vacuna salvadora. Sí que me gusta la acción sanitaria y la reacción popular ciudadana. No siempre, sin embargo, ya que aprovechándose de la pandemia, algunos trepadores se acercan a la promoción personal y / o comercial barata: Televicurioseando.


Paseando en el marco de la fase 0 descubres la crueldad de congéneres que actúan como si la cosa no fuera con ellos. Dispersos. Irreales. Fotitos de lo que les rodea, como queriendo demostrar al estrecho mundo de su cautiverio mental, que la pandemia es un juego momentáneo, pasajero. Negligentes: "Salgo a la calle a la hora que me rota". Soberbios: "Que venga el guardia que ya veremos qué me invento"


Paseando, caminando con rumbo matinal predeterminado ves el mundo por un agujero. A primera vista te das cuenta que una minoría no se quiere disciplinar; aunque sea para sumar y no restar, aunque sea para multiplicar acciones de misericordia con el prójimo. Carcomidos por el individualismo, no les hacen falta mascarillas.


Ni este, ni otros muchos países, no nos podemos permitir que en momentos de catástrofe exista una pandemia paralela de dos piernas con cerebro de pensamiento adversativo, que puede aniquilar el esfuerzo de confinamiento supervisado por la autoridad recentralizadora.


Paseando, caminando en dirección unipersonal, el paseo es hoy de rosas y mañana de arrepentimiento, de rencor por los que actúan igual que oveja descarriada. No deberían crear una fase disruptiva cuando la comunidad no se mueve del redil; confinada, atemorizada, pero segura de hacer lo que intelecto le pide. ¿Es imposible la sensatez cuando el propio cuerpo y la sociedad te lo exigen? Necesitamos medidas higiénicas de seguridad; buenas para la ciudadanía, pero sancionadoras por la gestualidad incívica. Como decía Montaigne: "El provecho de la vida no reside en la duración, reside en el uso". Ahora que hemos superado el buen uso de dos meses de claustro doméstico y hacemos paseos horarias, es un buen momento para usar la prolongación de la vida que aún nos sea dato. Hay especímenes que tienen la añoranza de hacer su insana voluntad. Sí, sí, existe el tanto a-me-fotisme.


La inmensa mayoría es disciplinada y caudal. Sabe que estamos en un período de confinamiento por fases que nos ha cambiado la rutina de una vida que teníamos programada, y que alguien infinitamente minúsculo nos lo ha corregido en negativo.


Superar el cataclismo se nos presenta sin fecha fija. Pasamos del optimismo por los datos positivos que allanan el pico de los infectados, en la batalla política de una segunda pandemia que se mueve entre la economía, el mantenimiento del poder o la crítica por la derrota del adversario. En este escenario, aparece como ya intuíamos, el maltrato político, la efervescencia que provoca la derrota de los "unos" por la victoria de los "otros". En algunos de los casos también suelen ser congéneres que actúan contra el interés general. Y ese 'contra' puede ser por ignorancia, desconocimiento o dispersión del factor humano.


Los anónimos indisciplinados a pie de calle: dispersos, irredentos o los de los grandes despachos político-económicos, nos pueden eternizar el virus; no por mala fe, sino por ineficacia en la gestión carente de estructura humanista.


Atemorizado. Expectante. Esperanzador. A todas horas espero aún más del esfuerzo de la impagable labor de médicos, enfermeras, de las personas dichas esenciales que volcados en la tarea del día a día, luchan en busca de la mejora asistencial ... y los científicos, a la búsqueda de la vacuna protectora.


Escribía el periodista Manuel Vicent con motivo de la pandemia económica de 2008: "Si la crisis continúa con esta virulencia, la sociedad quedará dividida en tres partes incomunicadas: ricos, pobres y mendigos". Mortal segunda edición corregida y aumentada que nos hará más pobres y quizás mendigos. Justo es ahora cuando sale el anónimo lector cabreado que exclama: "Y a los ricos, más ricos". He aquí.


No comulgo con los pesimistas como tampoco con los optimistas. La situación nos transporta a un gris casi negro. Malgré tout.

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