Hace ya bastantes tiempo que vengo cuestionando el papel de algunas juntas -la actual es una de ellas- del Col·legi de Periodistes de Catalunya, del que cada vez se producen más bajas de compañeros por el papel que juegan en defensa del gobierno de la Generalitat y otros poderes así como de esconderse debajo del ala, cuando algunos periodistas han necesitado que su colegio los defendiera.
La junta actual, que preside Neus Bonet, no es precisamente un modelo de la defensa de los intereses de los periodistas y de la profesión. Es, más bien, la firme heredera de su protector y anterior presidente del Colegio, Josep María Martí, quien ha trabajado para sí mismo y sus amigos. Esa escuela de "servicio" es la que practica Neus Bonet y unos cuantos de la junta.
¿El presidente/a de un Colegio de periodistas tiene que ser un periodista en activo? Evidentemente, no. La persona que ostente el cargo debería ser una persona jubilada, con tiempo, sin vinculaciones con ningún medio. Para poder defender sin miedo y llegando al final de los problemas a "todos los periodistas" de las injerencias, las listas negras, las ruedas de prensa sin preguntas, de la prepotencia de algunos secretarios de comunicación y de los poderes políticos.
La mayoría de los que están "gobernando" el colegio en estos momentos trabajan en medios de comunicación públicos o en la administración, hecho que les lleva a actuar de una manera "determinada", es decir, defendiendo su puesto de trabajo a cambio de no crear problemas y mirar para otro lado cuando se presentan. El partidismo de esta junta es realmente indignante. Solo manifiestan a través de algún comunicado la “ofensa” que proviene de TVE u otras guardando el más clamoroso de los silencios cuando los temas tienen que ver con TV3, Catalunya Radio, los medios independentistas y el Govern.
Todos recordamos cuando el colegio, sin haber preguntado a sus colegiados, emitió una nota de adhesión al derecho a decidir. La broma les costó la falta de democracia interna al no consultar, la independencia del propio colegio y la baja de unos cuantos colegiados que no estaban de acuerdo con la posición unilateral del colegio.
Ahora, el Colegio acuerda que hay que revisar el "Código Deontológico" de la profesión. Para ello, convoca el VI Congreso de Periodistas con la participación en el mismo de ponentes amigos que suelen ser los de siempre, excluyendo a medios que no son de su agrado. ¿Tendencia política determinada? ¿Por qué? Ellos sabrán, aunque nosotros también.
Tratan de dejar de lado a medios que ellos han considerado que no tienen que estar, sin argumentos profesionales. ¿Por qué? Por el artículo 25 y similares. Eso ha creado malestar entre la profesión y una respuesta contundente del Grupo de Periodistas Pi y Margall, que le echa en cara a la junta del Colegio su parcialidad a la hora de escoger los profesionales y medios que han participado y la exclusión de los medios "amiguetes" de Pi y Margall. Luego están los medios que no forman parte de ninguna de estas dos castas de periodistas y son los excluidos. Como dice el refran polular, "los extremos se tocan".
En esta profesión de altos egos, privilegios y protegidos también existen las castas de periodistas y no los periodistas de casta, que no es lo mismo. Por eso, cuando van a la ruedas de prensa o escriben, su sumisión a los poderes es total, con autocensura y cobardías a la hora de preguntar por las cosas que interesa a la ciudadanía.
Creo sinceramente que la junta del Colegio debería incorporar un Código ético a la misma: la transparencia, la profesionalidad, la consulta a los colegiados en determinados temas y la objetividad son premisas a no olvidar. Por el contrario, debería despojarse del servilismo al poder, del miedo, del amiguismo y la parcialidad.
Vuelvo a reivindicar que las personas que formen la mayoría de los cargos de la junta del Colegio de Periodistas deberían ser personas jubiladas, con ganas de trabajar por la profesión y los profesionales y no personas que estén sujetas a sus trabajos en los medios públicos y la administración. "Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto", dice un dicho popular.
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