​Un recreo histórico con Nicolau

Miquel Escudero

El puente del mar azul


Lluís Nicolau d’Olwer (1888-1961) fue un político culto, especialmente instruido en el mundo grecolatino, su obra El puente del mar azul es buena prueba de ello. Elba la acaba de editar por primera vez en castellano. Este libro recoge sus notas literarias de los viajes que entre 1924 y 1928 hizo por Túnez, Sicilia y Malta, y que fue publicando en el diario La Publicitat. Con la Lliga Regionalista, Nicolau fue elegido concejal de Barcelona, partido que abandonó para cofundar Acció Catalana. Tras el exilio por la dictadura de Primo de Rivera, llegó a ministro de Economía. Durante la Guerra Civil fue gobernador del Banco de España, y al acabar fue dirigente de la JARE (Junta de Auxilio de los Republicanos Españoles), que organizó Indalecio Prieto.


No se cuenta mucho que en abril de 1931, a los tres días de proclamar Macià la República Catalana, voló de Madrid a Barcelona, junto con otros dos ministros del Gobierno provisional de la República, Marcelino Domingo y Fernando de los Ríos, para disuadir a Macià de su empeño. Fue entonces cuando Fernando de los Ríos (catedrático de Derecho, sobrino de Francisco Giner de los Ríos y socialista a quien Lenin le dijo la célebre frase ‘¿Libertad, para qué?’) propuso resucitar una vetusta institución medieval: la Diputació del General; que era absolutamente desconocida por Francesc Macià.


El título de este libro juega con que una misma palabra designa 'puente' en latín y 'mar' en griego. Nicolau fue siguiendo las crónicas de Ramon Muntaner, rodeado por sombras amigas y comiendo bajo un cielo ardiente dátiles y naranjas. Su descripción de la isla de Djerba es un estallido embriagador de luz y de color, ahí detalla que fue saqueada y devastada dos veces por Roger de Lauria (la primera, nada más llegar, la noche del 12 de septiembre de 1284); fue gobernada unos años por Ramon Muntaner. Entonces, Nicolau d’Olwer, que pocos años exclamará: "¡Qué lejos estamos del miedo cobarde a la muerte que planea sobre la civilización europea!".


Tras dejar atrás la ciudad santa de Kairuán y antes de alcanzar Malta, pasó por Siracusa (Sarausa en siciliano, y llamada Saragossa por Muntaner), donde nació y murió Arquímedes, ciudad que llegó a tener medio millón de habitantes. De su Museo arqueológico dice que es uno de los mejores museos de Italia. Un recreo histórico por el Mediterráneo.

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