​Malraux, 1934

Miquel Escudero

En febrero de 1934 (año de convulsiones en España), el escritor André Malraux inició un extraño y exótico viaje aéreo. Buscaba localizar la capital del país de los sabeos (entre el Yemen y Etiopía), una de cuyas reinas es mencionada en la Biblia y en el Corán. La célebre reina de Saba relacionada con Salomón, el sabio hijo del rey David. El librito 'La reina de Saba' (Península) recoge los siete artículos que el autor de 'La condición humana' (obra con la que obtuvo el premio Goncourt de 1933) publicó en el diario L'Intransigeant. Una aventura geográfica. Malraux sobrevoló el desierto con un Farman 190, un monoplano francés. Tenía un año menos que Antoine de Saint-Exupéry y tres más que Michel Vieuchange, el joven que murió trágicamente en 1930, con 26 años, queriendo alcanzar la ciudad santa de Smara (su hermano Jean recogió sus notas, publicadas en 1932 y prologadas por Paul Claudel). Hombres de Letras y aventureros, hijos de una época.


El aburrimiento sin fin de la muerte. Sobresale la frivolidad de que a Malraux le diese lo mismo una cosa que otra: "la arqueología de aficionados siempre me ha hecho reír, como también la otra, a veces".


Vender humo sobre la existencia de una reina de Saba y de una ciudad abandonada en el desierto, acaso con la transferencia del nombre de una ciudad a otra, algo que no era raro en esa región. En todo caso, estos escritos ganan interés por su brillante estilo: "un olor musulmán a hierba quemada, pimienta y camellos", "un gato pasaba por una cornisa con la marcha sagrada de un felino egipcio", "el esqueleto suntuoso de una ciudad musulmana".


Andre Malraux


Cuando el desierto se deshace en las aristas de las estepas: "Distinguimos mejor el terreno a medida que descendemos y que, como camareros enloquecidos con sus bandejas, nos batimos con el aparato fotográfico, en el avión inclinado a 45 grados y sobre el naufragio de esta flota de sueños".


Amengua lo fantástico y la mirada se acostumbra a las sombras que tiemblan. Montañas sobrecogedoras que "recuperan y hacen bullir dentro de nosotros un alma de hechiceros primitivos". ¿A qué se parece ese gran desierto interior hacia el que nos dirigimos? "El mapa se vuelve más real que el terreno y ascendemos hacia el norte como un escarabajo por una escalera".

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