El estilo Ballart (3): Isidoro en la ciudad de las furgonetas

Els miols d'Isidoro

Ballart


Ando buscando como loco, al igual que mucha gente en esta ciudad, las furgonetas que esparcen muebles por Terrassa. Ya saben que he decidido instalarme aquí una temporada y, francamente, me vendría muy bien que estas declaraciones del alcalde Ballart hijo fueran ciertas, y no una paranoia, porque podría amueblar gratis el apartamento donde me he instalado.


Lo cierto es que llevo recorridas cientos de calles y todas las furgonetas que encuentro o son de rehabilitaciones de viviendas o de reparto de comida. Así que comienzo a pensar que a ver si esto va a ser una campaña publicitaria encubierta de algún centro comercial que se está instalando en la ciudad. Campaña a la que se ha adherido Ballart hijo porque le gustan mucho las inauguraciones de este calibre.


Aunque creo que esto va de otro rollo, porque ya me he hecho amigo de gatos rojos que me explicaron, mientras nos zampábamos varias latas de almejas y un buen Albariño, cómo las gasta este hombre que intenta ejercer de alcalde porque así le dibujó el futuro su padre, con la gente de su partido. Saben que la ciudad está en manos de una persona que ha vaciado de significado las palabras lealtad y valentía. No tan solo por lo mucho que las usa por si alguien le cree fuera de su círculo de acólitos, sino también por lo mucho que demuestra actuando de forma contraria a lo que significan.


¿Cómo puede hablar alguien de lealtad si no la tiene ni con la gente de su partido? Una gente que debe enterarse por la prensa que él está en conversaciones para negociar un acuerdo de gobierno con partidos de la oposición. Y ahora lee, en la reciente entrevista de la paranoia, que está valorando que se junten al baile la oposición de izquierdas pero sin él romper con la derecha. Todo este ir y venir de negociaciones y conversaciones sin una asamblea de por medio para que las bases puedan opinar o, como mínimo, saber cuál es la hoja de ruta de su partido.


Los agravios a los que ha sometido a las bases socialistas forman parte de su trayectoria para llegar a la alcaldía. Ser Primer Secretario de su agrupación lo consiguió gracias a una papeleta donde la única posibilidad de voto era el “doy mi apoyo a la siguiente candidatura”. La posibilidad del no, de la abstención o de votar a otra candidatura no formaba parte del juego. Y aunque hubo quienes decidieron hacer que su voto fuera nulo, en el milagroso recuento no hubo ningún voto nulo.


Y transcurridos unos meses, en una asamblea extraordinaria, sometió a las bases del PSC a otra “imposición democrática”. Esta vez, era su elección como candidato a la alcaldía para sustituir a Pere Navarro. La puesta en escena vino a demostrar el significado que para él tiene la palabra valentía. Su fiel vasallo Xavi Cardona anuncia a la asamblea que la ejecutiva ha decidido presentar a Jordi Ballart como candidato a la alcaldía.


Y cuando todo el mundo esperaba poder opinar y votar, se levantan grupos de jóvenes, hábilmente distribuidos en distintos puntos de la asamblea, y comienzan a aplaudir larga y ostentosamente. El final, ya lo imaginan, es que la presidencia de la asamblea considera que él será el candidato porque ha sido escogido por aclamación. Luego vinieron las siguientes elecciones donde las buenas gentes del PSC tuvieron que votar una lista donde la gente de su partido brillaba por su ausencia hasta el puesto ¡siete!


Y más tarde, asistieron a la farsa de unas “leales promesas” de dejar la primera secretaría al ser alcalde. Parece que no ha encontrado tiempo, entre tanta inauguración de peluquerías y perfumerías, para hacerlo. Lleva desde abril de 2012 ostentando esa secretaría que prometió dejar al ser alcalde. Es más, mientras sus antecesores dejaron el cargo sin tanta palabrería, Ballart hijo es el que más tiempo lleva acumulando los dos cargos sin importarle lo que opine la poca gente que todavía no ha huido de la agrupación de su ciudad.


Una ciudad que se degrada a marchas forzadas y de la que les seguiré explicando los entresijos de este desgobierno provocado, eso sí, por furgonetas y otros entes que llegan a Terrassa para contribuir a ese contubernio contra su persona. Claro que ya me han advertido mis amigas las coletas que mi jefe tiene todos los números para ser el siguiente en la lista de periodistas que reciba las llamadas y muestras de cabreos que uno de sus leales reparte por las redacciones de los medios.


Pero de esto les hablaré en el próximo artículo, porque la cosa es más jugosa que un lacón con grelos.


Además, debo seguir buscando las furgonetas para asegurarme que la ciudad tiene de alcalde a alguien que dice no estar paranoico…


O sea que, Felices Fiestas y ¡Miauuuuuuu!

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