Echo mano del título del libro parisino de Ernest Hemingway, para afirmar que un libro de don Manuel Carrillo que aparecerá en Suiza este verano, también es una fiesta: con minuciosidad jubilosa conmemora la fortaleza de las múltiplestradiciones populares de los mexicanos. El manuscrito, que tuve la ocasión de leer, va cargado de consideraciones enciclopédicas, pero sin fárrago, y ofrece enseñanzas, además de entretenimiento, en tres vertientes: cívicas, religiosas y populares. Además, servirá de guía y despertará interés en todo caminante que se proponga incursionar en la geografía material y espiritual de varios pueblos prehispánicos y de una antigua civilización, la mesoamericana, que se fue conformando a través de tiempos inmemoriales con elementos de una cultura de vigorosa identidad poética, religiosa, artística, e histórica; y que además, ha sido crisol de otras tradiciones milenarias que se expresan, aún hoy en día, a través de manifestaciones de hondo raigambre popular, y matices, como en las artes plásticas, de un colorido peculiar que han plasmado también en sus telas y murales artistas de la talla de Orozco, Tamayo y Toledo.
El meritorio, y a la vez humilde trabajo de don Manuel Carrillo es una pormenorizada relación de significados del cuerno de la abundancia de la creatividad y de la imaginación que abarca el croquis de México y que en una suerte de marea de gratitud recibe de tanto en tanto el influjo de reconocimiento de los estudiosos enamorados de nuestros orígenes.
Don Manuel Carrillo es un mexicano de pura cepa que conjuga los horizontes de sana sofisticación de su desempeño profesional, con un loable sentido de responsabilidad patria. Su ejercicio literario oscila; va de los pormenores del calendario religioso, a las efemérides significativas, y de la minuciosa descripción histórica, a la interpretación plástica de la danza como disciplina notable de numerosas expresiones espirituales.
Es larga la nómina de hombres de pluma extranjeros que han rendido tributo a México con textos que dilucidan maneras de ser de los mexicanos y de sus cosas, colocados en formidables escenarios de un país de belleza extrema y contrastes, bendecido por la madre naturaleza y por el ingenio riguroso de la mano del hombre. Son muchas las novelas, inscritas ya en altos cánones de la literatura universal, situadas en paisajes de nuestro país; desde los relatos de B. Traven, a la epopeya emocional de Lowry en "Bajo el Volcán". Hay que recordar que esta última obra trata, como si fuera un personaje más, un episodio trágico que ocurre durante la celebración de un día de los muertos en la Cuernavaca de fines de los años treinta.
Contamos también, en un aporte representativo de miradas ajenas, con estudios antropológicos y sociológicos de significativa relevancia: son de subrayar los de Gutierre Tibón, Laurette Séjourné y Oscar Lewis, entre muchos autores más; y no hay que dejar de lado tampoco las fabulaciones eróticas y religiosas de D.H Lawrence o de Graham Green. Finalmente, habrá que tomar en cuenta, en estos renglones que precisan un notable trasfondo nuestro, a algunas obras de arte cinematográfico tan "mexicanas" como dilucidadoras de nuestras diversas realidades, entre ellas, las películas realizadas por directores tan brillantes como John Houston; el genio de Luis Buñuel, o la mirada prodigiosa de Serge Eseinstein, en ese fresco de estampas antropológicas que sigue siendo "Que Viva México".
¿Y a qué viene tanta referencia a prodigiosas miradas de fuereños en nuestra propia casa? se preguntarán. La respuesta estriba en subrayar, precisamente, la relevancia que alcanza una perspectiva que observa "desde fuera" y que aprovecha el marco sui géneris, la escenografía portentosa de un territorio salpicado de tipos humanos, flora y fauna, orografía y litorales, montes y montañas donde la vida denota rasgos rabiosamente únicos. En este orden de cosas se da también una válida visión, desde afuera, de los oriundos del país. La mirada aguda de un mexicano como don Manuel Carrillo (quien ha servido en el exterior gran parte de su vida) se propone recuperar, organizar, detallar, casi codificar nuestras costumbres, propone recomendaciones que agradecerá cualquier viajero que se aparte de lo somero turístico y quien se proponga asumir el prometedor contenido de una visita, ya sea física o virtual, a un país donde la fiesta, sus ritos y sus tradiciones mantienen contenidos que proporcionan bellos motivos para celebrar la existencia.
"Fiestas y Tradiciones Mexicanas" nos introducirá a un mundo vivo, con datos y explicaciones pertinentes; será un valioso compendio, en los desvelos de la vida casi centenaria de un autor que expresa su pasión por su pueblo y su vigoroso carácter. La lectura de su cuaderno festivo se antojacomo recordatorio de la trascendencia que tiene la mínima expresión de usos y costumbres de una sociedad poliédrica, y de los sueños más elevados de gente que ha recibido la herencia de una antigua civilización, inscrita entre las más vigorosas y brillantes de la Historia. En estos aciago tiempos de pesadillas pírricas en los que se pretende erigir muros criminales para dividirnos y confinarnos, es oportuno tener en mente la riqueza cultural que compartimos solidariamente. Donde quiera que nos encontramos, los mexicanos hacemos partícipes de nuestras tradiciones, con extremo ánimo festivo que muchos denominan "mitote", a nuestros semejantes.
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