Hace un tiempo, leí en el Diari de la Sanitat un artículo que me llenó de alegría. Se titulaba «Tertúlia literària dialògica», una apuesta de la denominada «Atenció Primària i Comunitària als barris» de Barcelona, y lo había escrito la periodista Carla Benito. Hablaba de una iniciativa que, por segundo año consecutivo, estaban llevando a cabo en el CAP La Pau, con la ayuda del Pla d’Acció Comunitària de la Verneda i La Pau.
Sobra decir que su artículo ha resultado muy inspirador para mí. Intentaré señalar sus aportaciones y me serviré también de las palabras de la directora del CAP, María José Pardo, pero no siempre de manera literal, para hacerlo más liviano.
De entrada, me quedé bastante sorprendida: ¿una tertulia literaria en un Centre d’Atenció Primària de Salut? Me picó la curiosidad y seguí leyendo… Para empezar, quise saber mejor en qué consistía eso de la «tertulia dialógica». Pues se trata de un diálogo igualitario (eso significa dialógico) alrededor de una obra que podemos calificar de «clásica», como por ejemplo: Casa de muñecas de Ibsen, El viejo y el mar de Hemingway, La señora Dalloway de Virginia Woolf, La casa de Bernarda Alba de García Lorca, etcétera, como explica la citada periodista.
Este tipo de tertulia nació precisamente en 1980, en l’Escola d’Adults del barrio barcelonés de la Verneda-Sant Martí. Es decir que, como vemos, todo vuelve, y las experiencias que se iniciaron en los años ochenta en la Verneda seguro que tienen que ver con esta iniciativa del CAP. En aquella época, la de la transición política española, «un grupo de educadores/as críticos/as de la Verneda-Sant Martí crearon una tertulia literaria inspirándose en las iniciativas de la educación libertaria que florecieron a finales del siglo XIX y principios del XX», como explica Vicent Pallarés en su artículo Les tertúlies literàries dialògiques: paraules per a transformar, que presentó en el marco de unas jornadas auspiciadas por la Universitat Jaume I de Valencia.
Estos intentos se inscriben, pues, dentro de una renovada educación de adultos, aunque aquí solo hablaré la experiencia del CAP que he mencionado y de las ventajas que esta actividad tiene para la salud mental de las personas que participan en ella. Es decir, no me centraré en la adquisición de conocimientos o en la ampliación de horizontes a través de la lectura (que también), sino especialmente en aquellos aspectos de esta actividad que pueden aportar a las personas participantes un mayor bienestar personal, emocional y social; y, además, en aquellos aspectos que pueden favorecer una vinculación de unas personas con otras, también con la sociedad o el territorio en el que viven, y con los profesionales o servicios que están a su disposición.
Otros beneficios en relación con la salud mental serían el sentirse conectado y no aislado, no solo de los demás sino también de uno mismo, de nuestras propias emociones y sentimientos, y conectado asimismo con las propias posibilidades y capacidades para analizar el mundo y la propia relación con él; también, con la experiencia de la vida, compartiéndola y contrastándola con otras personas; y finalmente el hecho de sentirse «incluido», formando parte de algo.
¿Cómo funciona una tertulia dialógica? Como he dicho, los/las participantes escogen en primer lugar una obra dentro de las que entendemos por «clásicas», acuerdan el número de páginas que leerán cada semana y, por supuesto, fijan un día de encuentro. Este encuentro está moderado por alguien más o menos experto que da la palabra y estimula la participación de todos, pero en realidad no dirige al grupo, sino que se limita a dar orientaciones al respecto, sin «sentar doctrina» (por así decirlo), en relación con tal autor o autora, tema o época. Es un grupo de pares, que obviamente puede ser diverso en edad, nivel educativo, situación social, etcétera. Hay lugar para todas las opiniones y también, muy especialmente, para relacionar lo leído con lo vivido en carne propia.
Una obra «clásica» es una obra que, por su verdad y su calidad, ha resistido el paso del tiempo, mantiene su interés y su validez, al menos en el marco de una determinada cultura; aporta algo que va más allá de la época en la que fue creada, se sostiene, tiene algo que decirnos, nos habla, nos interpela… Por ello, puede interesar a personas y públicos muy diversos.
Mar, una de las participantes en la tertulia, dice que el grupo se ha convertido en un espacio de encuentro, socialización y confianza. Afirma que la tertulia obliga a activarse y a comprobar que sus participantes son capaces de aprender y de aportar cosas.
¿Por qué montar un grupo de este tipo en un Centro de Asistencia Primaria? María José Pardo, la directora del CAP, explica que la idea nació a partir del diagnóstico de salud del barrio que se había realizado cinco años antes. Les pareció que hacían falta actividades que se dirigieran a paliar el malestar psíquico, el aislamiento social y la soledad no buscada. «Vimos que la tertulia dialógica era un instrumento muy utilizado en la enseñanza de todos los niveles y también en las prisiones, aunque sería algo pionero en un CAP». Coincidió también, sigue diciendo la periodista Carla Benito, con que en la Escola d’Adults de la Verneda una de las formadoras voluntarias tenía experiencia como moderadora de tertulias y, de hecho, ya organizaba una tertulia con pacientes ingresados en el área de salud mental del Hospital del Mar que funcionaba muy bien.
María José Pardo aclara que los objetivos de la iniciativa serían éstos: «Promover la salutogénesis mediante actividades conjuntas con otras entidades del territorio; y mejorar las habilidades emocionales, cognitivas y sociales de los participantes, creando vínculos con la comunidad y potenciando la implicación de todos los profesionales del centro en la salud comunitaria».
Así pues, queda muy claro que esta iniciativa pionera puede aportar muchos elementos saludables a los participantes en ella y, en algunos casos, también puede ser directamente terapéutica.
Es digno de encomio que unos trabajadores sanitarios (y el resto de profesionales del barrio), que, como sabemos, trabajan en unas condiciones a menudo muy desfavorables, con gran presión asistencial y que muy frecuentemente sufren de burn out (están «quemados», como se dice vulgarmente), hayan tenido esta iniciativa que beneficia a sus pacientes/usuarios pero también a ellos mismos, poniendo en práctica un concepto, el de «salud comunitaria», que tanto cuesta concretar a veces. Como suele decirse, es una iniciativa win/win, es decir, que todos ganan y todos ―participantes, pacientes y profesionales― resultan beneficiados de la experiencia.
Sin duda, el apoyo de la Administración municipal tiene que ver con ello, pero, sea como sea, ¡bravo por todos ellos y todas ellas!
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