Violencia pasiva

Pilar Gómez
Psicóloga clínica y psicoanalista

El Ilustre Colegio de Abogados de Barcelona declaró a mediados del mes pasado --la noticia se publicó el 16 de noviembre-- que los cortes de autopistas, carreteras y trenes eran ilegales y que no había que permitirlos. Supongo que tampoco serán legales los campamentos, barricadas --con o sin incendio-- e impedimentos de todo tipo al libre movimiento de la ciudadanía. La última, mientras escribo esto, el destrozo de una treintena de radares en la autopista.


A mí, que soy lega en leyes, no me sorprende la denunciada ilegalidad, es de cajón que una parte de la población --por más pacífica que se declare-- no debe arrogarse la propiedad del espacio público e impedir la circulación a todo el mundo y también es de cajón que impedir a cualquiera el libre tránsito implica violentarle.


Y así nos encontramos reiteradamente con un sedicente pacifismo que autoriza a unas cuantas personas a apoderarse del espacio de todos y del tiempo y la voluntad de quienes quedan retenidos en cada ocasión.


Porque no son más que unas cuantas personas y, para el caso, da igual que se trate de un centenar de individuos cortando día sí y día también la Meridiana*, de un par de miles cortando la autopista en La Jonquera o de muchos miles --las cifras bailan en esa acción más que en cualquier otra-- bloqueando el aeropuerto.


Unas cuantas, puesto que la población de Catalunya se cuenta por millones: 7.489.000 personas en 2018 según datos del Idescat.


Cortes carretera lleida 28032018


Quizá si el ICAB ha tardado tanto en pronunciarse se deba a que toda esa actividad se califica corrientemente como pacífica libertad de expresión y, por lo tanto, se entiende como justificable, no sé... pero sí que parecería haber consenso entre los medios en que se trata de acciones pacíficas.


La repetición de este mantra y el exitoso eco que ha obtenido confirma la ya muy constatada capacidad de sus promotores para la manipulación del lenguaje y, con ello, de las personas.


Se ha insistido --para deslegitimar los cortes-- en las cuantiosas pérdidas económicas que han conllevado en la vías públicas, pérdidas cuantificadas e indiscutibles; se ha insistido en los perjuicios causados a personas enfermas que no han podido acceder a sus sesiones de quimioterapia, a sus operaciones programadas, etc; se ha insistido en el quebranto causado a quien pierde un tren o un avión y con ello una reunión de negocios, la asistencia a un funeral o un viaje de boda. Existen muchas situaciones, digamos, objetivas donde se pone de manifiesto la extorsión que supone para las personas afectadas ver sus proyectos desbaratados por la impunidad con que otras personas se apropian del espacio común.


Sin duda todo ello es importante pero el asunto fundamental es que una persona tiene derecho a circular libremente sin necesidad de razón "objetiva" alguna que la avale, la gente tiene derecho a ir de acá para allá porque sí, sin más motivo que el deseo de hacerlo y cuando esta simple actividad es impedida lo que resulta es el ejercicio de una clarísima violencia: es la que sufren aquellas personas que se encuentran atrapadas, retenidas donde no quieren estar porque topan con una barrera física que les imposibilita hacer lo que quieren.


Soy lega en leyes, pero no en palabras y aún así --antes de meterme en este jardín-- he dado unas vueltas por el diccionario. No voy a reproducir aquí el viaje semántico que he hecho --en catalán, en castellano y en francés-- baste decir que me he paseado por las diferentes acepciones de palabras como violencia, violento, violentar, pacífico, paz o pacifismo. Si alguien está interesado puede investigar por su cuenta, pero no caben dudas: se entiende por violenta aquella "acción ejecutada contra el natural modo de proceder", se violenta a alguien cuando "se la pone en una situación violenta o se hace que se moleste o enoje".


Si buscamos en los sinónimos el campo es amplio, se equipara a: agitar, airar, crispar, vulnerar, descerrajar, romper, atentar, forzar, obligar, reprimir, tergiversar, acometer, desvirgar, violar.

Retener, a su vez, forma parte de la primera acepción de secuestrar: retener indebidamente a una persona para exigir dinero por su rescate, o para otros fines.


Y llegamos así al cabo de la calle, se ejerce una violencia que podemos llamar pasiva cuando gente, por sus propias razones, se planta de brazos cruzados en medio de una vía e impide así físicamente a otra gente que vaya, por sus propias razones, dónde se le cante.


De modo que no es necesario que te agredan físicamente, que te hieran o te maten para que se trate de violencia.


Y sí, desde luego, es obvio que no hay parangón entre las consecuencias físicas de ser herido o muerto por una violencia activa y las consecuencias psíquicas de una violencia pasiva que niega a un sujeto el derecho a deambular y la capacidad de moverse sin restricciones por un territorio que es suyo.


Si se estableciera un ranking y hubiera que elegir --que ya sería el colmo-- podría decirse que es mejor --porque es menos dañino-- que te impidan el paso a que que te rompan un brazo o a que te hieran de muerte. Pero… ¿se podría decir que la angustia, la rabia, la desazón, la impotencia o la ira no dañan --hasta físicamente-- a quién ve aplastada su voluntad de hacer esto o aquello y se encuentra desconocido en sus derechos? ¿Se entiende que hay derecho a provocar tales estados a otras personas porque nos avala una razón mejor, una buena causa?


Con todo, la primera violencia, la inaugural en la que se asientan todas las demás, es aquella en que, tomando la parte por el todo, se atribuye la reclamación de independencia al conjunto de la ciudadanía catalana ignorando que, en toda votación realizada hasta la fecha, tal reclamación es sustentada por menos de la mitad de la población votante. Atribuyéndose así una representatividad que no tienen, ignorando las cifras se ignora también a las personas que esas cifras representan, lo que significa someterlas a una especie de inexistencia civil.


Ahora un presidente que nadie ha elegido habla de sacrificios y hace ya tiempo que aparecieron los "muertos necesarios" en el discurso de alguna gente. Cualquiera que sepa de palabras sabe también que la aparición de un término nuevo en el discurso apunta a un cambio en la experiencia subjetiva de quién habla, indica una cierta novedad en su entendimiento del mundo y de su relación con él. De modo que todo esto resulta cada vez más inquietante.


* Resulta que eso es legal, leo a 13 de diciembre que Albert Batlle, el teniente de alcalde responsable de seguridad ciudadana, se ha dirigido a los Mossos para que impidan los cortes diarios y la respuesta de la Conselleria de Interior ha sido que se trata de una manifestación diaria autorizada porque se respeta el derecho a la libertad de expresión. 

1 Comentarios

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Sí, Pilar, ahora que somos bombardeados por un clamor contra la violencia de estado, conviene recordar y tener en cuenta esas otras modalidades de violencia. Que nadie se llame a engaño.

escrito por Carmen León 20/dic/19    16:04

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